Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.

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Lo más difícil para el Gobierno de coalición de PSOE y Podemos empieza tras la investidura

Mario Martín Lucas
Publicada

Después de dos investiduras fallidas (2016 y 2019), Pedro Sánchez ha conseguido la confianza del Parlamento de España, para ser presidente del Gobierno, en una segunda votación en la que logró dos “SI” más que los “NO” que concitó, lo cual no parece una mayoría de gran solidez, pero viniendo de donde venimos, el hasta ahora presidente en funciones estará agradecido al clima propiciado alrededor de la fecha que celebra la festividad de los Reyes Magos…¡y es que la vida, en esencia, es pura magia!.

Más allá de las dos agrias sesiones de investidura vividas, lo más difícil para el nuevo Gobierno de coalición formado por PSOE y Podemos empieza ahora, una vez que el BOE publica el nombramiento de Pedro Sánchez Pérez-Castejón como su presidente.

El tiempo lo cura todo, pero los rescoldos de las tensiones vividas alrededor de las negativas de Podemos a investir a Pedro Sánchez en 2016 al igual que hace, tan solo, unos meses, en julio de 2019; nada, ni nadie, los puede eliminar.

La respuesta sobre la pregunta de quien ha cedido más en sus posiciones, si el PSOE en su negativa previa al Gobierno de coalición con Podemos, o éstos en cuanto a los ministerios y puestos a obtener, más allá de carteras o asuntos “floreros”, quedan a la interpretación subjetiva de cada cual, pero los asuntos del día, y su gestión, siempre delicada, serán la “prueba del nueve” de la solidez de los pactos alcanzados, así como de la ‘cintura política’ de unos y otros.

Los 167 “SI” obtenidos por Pedro Sánchez, provienen de ocho formaciones políticas (PSOE, Podemos, PNV, Más País, Compromís, Teruel Existe, BNG y Nueva Canarias), mientras los “NO” que suponen la oposición parlamentaria proceden de un igual número de formaciones (PP, Ciudadanos, Vox, JxCAT, CUP, Foro Asturias, Coalición Canarias y PRC) con ERC y EH Bildu protagonizando unas abstenciones que han terminado por facilitar el acceso a Moncloa del candidato socialista. Lo cual supone un ajustado equilibrio que cualquier asunto puede alterar.

Comenzando por la situación en Cataluña, que más allá de estar enredada entre sentencias judiciales e inhabilitaciones, además de amenazada por la más que posible nueva convocatoria electoral, tiene al gobierno de la actual “Generalitat” dividido entre quienes han optado por dar cobertura parlamentaria a Pedro Sánchez (ERC) y quienes se han alineado con PP, Ciudadanos y Vox en su rechazo, tal como ha hecho JxCAT definitivamente radicalizado, y ausente de “seny”, bajo la imagen del sucesor de Puigdemont, Quim Torra. Lo cual contaminará el día a día de la política nacional, alejándola de racionalidad, tiñéndola de grandes dosis de emocionalidad y de intereses parciales de corto recorrido.

Pero también habrá otra dualidad de terrenos en los que el nuevo Gobierno se tendrá que mover con sutileza y franca dificultad, que serán marcados por un lado por los compromisos con la Unión Europea, mientras por otro lado la sensibilidad asamblearia de una parte de los nuevos ministros puede acarrear disensiones dentro del gabinete presidido por Pedro Sánchez.

La afirmación de la portavoz parlamentaria de ERC, Sra. Bassa, en la sesión de la segunda votación para investir al nuevo presidente de que: “me importa un comino la gobernalidad de España”, desvela por si misma las ‘sólidas’ razones de la abstención de “Esquerra Republicana de Catalunya”, haciendo caer al suelo el velo de cualesquiera otro interés, incluyendo los principios de lo que se reconoce como políticas de izquierda.

Pero incluso la socarronería del irónico portavoz del PNV, Aitor Esteban, no puede hacer ocultar la dificultad que sus prioridades encontrarán con el nuevo gobierno de coalición, y especialmente con Podemos, a cuenta de Bankia y del interés de la formación peneuvista por Goirigolzarri, en el anhelo de anexionar la entidad nacionalizada con el BBVA, bajo la presidencia de éste.

En cualquier caso, después de dos elecciones nacionales en menos de nueve meses, y cuatro desde 2015, ya hay un presidente de Gobierno que cuenta con la confianza del Parlamento de España, aunque sea por una exigua mayoría, ahora tendrá que demostrar habilidad y eficacia para conseguir aprobar unos presupuestos generales y tomar las medidas políticas anunciadas, que en la mayoría de los casos requerirán 176 votos, numero que hoy parece, solo, “quimérico”.

Enhorabuena Sr. Sanchez, que hacemos extensiva al Sr. Iglesias, por haber sido capaces de hacer de la necesidad virtud, armando una mayoría parlamentaria suficiente, aunque simple, solo unos meses después de que fuera imposible, y todo ello con unos peores resultados electorales. En este momento solo cabe desear, por su bien y el de todos los españoles, vivan donde vivan y se sientan de dónde se sientan, acierto y fortuna, desde la evidencia que lo más difícil para el Gobierno de coalición del PSOE y Podemos empieza ahora, tras la investidura.

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