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Eutanasia y paliativos

Ángel Alonso Pachón
Publicada

Atardecía. Mi madre acariciaba débilmente los últimos rayos, ya pálidos, de un sol otrora grandioso. A su lado, contemplando el trasiego indiferente de la vida, estaba yo… Sin mirar, acariciaba la otra mano de aquel ser querido… Suavemente, ella, presionaba la mía… Sus ojos, ya vidriosos, todavía sonreían en paz…

Aquel día había paseado su alegría por el pasillo, lleno de enfermedad del Hospital… María y sus bromas abrían las heridas de operaciones recientes… Ella, arrastraba su vida regalando ilusiones que ya no esperaba…

Al anochecer, una agonía de dolor sin nombre agrietaba sus ojos… Su cuerpo, reventándose de muerte, se aferraba a una vida ya apagada… En los intervalos del dolor, sus manos apretaban las mías y la serenidad y la paz volvían a su maltrecho rostro… No… No… Hijo… Hijo… Su último adiós regó sus mejillas.

Se llamaba Agapito, religioso y profesor, allá por los años cincuenta. Ya mayor, rodeado de demencia, me acerqué a visitarle. Todo eran pegas por parte de sus compañeros religiosos. Yo, sin embargo, entré; rezaban el rosario… Agapito, no sé, simplemente estaba… Su silla de ruedas temblaba al ritmo de su inseguridad… Su cabeza, suavemente caída, aislaba su presencia…

Me senté a su lado, también suavemente… Tomé sus manos… Sentí como, poco a poco, una presión de afecto, rodeó la mía… Unas lágrimas regaron en silencio sus mejillas… Yo, apreté con más fuerza esas manos, ya frías y sin fuerzas… Besé con cariño y afecto su rostro aparentemente aislado, pero no alejado… Me levanté y, sin despedirme de sus insensibles compañeros, me alejé con un gran hilo de vida en mi interior.

Han pasado años y sigo pensando que la vida es personal e intransferible… Que la enfermedad no anula la voluntad, pero sí que la llena de inconsciencia… Que la soledad de la demencia está llena de sentimientos silenciosos… Que el dolor grita deseos… Que la vida nunca quiere morir

Cada día creo más en la esperanza y en el deseo premanente que el ser humano tiene de estar con los suyos, abrazado… querido… sentido…

Eutanasia, concepto del estudioso de despacho con ventanales de sol grisáceo…

Paliativos, sentimientos llenos de humanidad, que abrazan, con sonrisas, una vida real, plena de esperanza sin futuro… Una vida real, plena de ilusiones aún ventanales cerrados.

Paliativos de sueños comunes donde los sentimientos relajan la lejanía y abrazan los recuerdos…

Paliativos… sí… La vida pide paliativos…

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