Cualquier tiempo es bueno para hablar de este maestro del Séptimo arte, Federico Fellini, lo hacemos ahora que se cumple su centenario. Hombre sobre todo de espectáculo, inventor de distintas formas, y un visionario captando la dimensión de lo fantástico, Fellini reflexionó siempre sobre cuestiones que nos afectan desde toda vida.
Decía que "los visionarios son los únicos realistas verdaderos". En su filmografía nos habla, de la angustia del presente, de lo imaginario, y cómo escapar a la vejez y la muerte. El cineasta pasa del periodismo al cine y allí conoce a Rosellini, a Giulietta Masina, que más tarde se convertiría en su esposa y musa, y a otros relevantes cineastas de esa época.
Hace el guión de Roma, ciudad abierta junto a Sergio Amidei, también sería el asistente de la película Paisa. En la película Los Inútiles (1953), su segundo film ya impone el universo feliniano. Pero cuando verdaderamente le vendría el éxito definitivo fue con La Strada (1954), con Giulietta Masina y Antohony Quinn como protagonistas, la maravillosa mÚsica corrió a cargo del que fuera siempre su inseparable, Nino Rota.
Vendrían después verdaderas joyas del cine; Las noches de Caribia (1957), La Dolce Vita (1959), que fue palma de oro en el festival de Cannes, con el personaje interpretado por Marcelo Mastroianni, Fellini ocho y medio (1962), también con Mastroianni, Ocho y Medio (1963) y por su puesto para mí su mejor película Amarcord (1973), sus recuerdos de infancia reflejados en esta maravillosa película. En total junto a estas hizo 22 una larga filmografía llena de obras maestras.
Fellini hizo un espectáculo de cada una de sus películas y eso lo admiraron tanto los críticos como los espectadores, llevaba la realidad a otra dimensión del arte y esto sólo lo consiguen los maestros como él.