Opinión

Octogenarios de leyenda y las diferentes formas de reclusión

Roman Polanski, Woody Allen y Jean-Luc Godard.

Roman Polanski, Woody Allen y Jean-Luc Godard.

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Estamos en un contexto donde la mayoría vive confinado en sus casas y la amenaza se cierne sobre todos, pero muy especialmente sobre personas de una determinada edad. Yo que suelo escribir artículos sobre cine, me viene a la cabeza hablar de tres personalidades de más de ochenta años, que por diversos motivos ya vivían su particular periodo de enclaustramiento social antes de la crisis del coronavirus.

El primero es Woody Allen de 84 años que hace apenas unos meses estrenó la correcta y agradable Día de lluvia en Nueva York y que lleva desde finales de los 60 estrenando películas al ritmo de una al año. Hace unos meses el director empezó a sufrir el rechazo y aislamiento por parte de la industria al reavivarse unos supuestos hechos que salieron a la luz en la década de los 90 sobre un posible abuso sexual a una de sus hijas por los que no fue condenado, pero que a día de hoy le han supuesto ver dificultado el estreno de una serie, de su última película, la negativa de una gran editorial a publicar sus memorias y la huida a Europa en busca de financiación para su próximo proyecto. A Woody Allen, buena parte de la sociedad y de la industria ya le confinaron sin necesidad de coronavirus.

Algo parecido le ocurre a Roman Polanski, de 86 años. Tras estrenar ese notable ejemplo de narrativa clásica y buen hacer que es El oficial y el espía sobre el caso Dreyfus, vio como al rebufo del “Me Too”, se reabrió socialmente una condena de hace más de 40 años por mantener relaciones sexuales con una menor, que le llevó a exiliarse de EEUU y que condiciona sus movimientos por el mundo. Así, apenas ha podido promocionar su película, ni acudir a reconocimiento alguno por el rechazo que su presencia pública provoca por unos hechos tan pretéritos y algo nebulosos. Otra forma de confinamiento artístico y social.

Pero no solo un hecho del pasado o el coronavirus son causas de enclaustramiento. Los hay que voluntariamente se retiraron del mundanal ruido hace tiempo, como Jean-Luc Godard de 89 años, que tras revolucionar el cine y cambiar la narrativa fílmica, en sus últimos años ha realizado un tipo de cine experimental y minoritario que se autoexcluye de los circuitos comerciales más amplios y que ha llevado hasta el ámbito personal en un confinamiento en el que, desde hace años, elude prácticamente cualquier aparición pública. El revolucionario del cine, el fundador de la nouvelle vague, vive aislado en una atalaya física y mental que le aleja de las corrientes actuales.

Estos son los tres que nos ocupan, pero hay otros octogenarios activos y pleno rendimiento que no estaban sufriendo ningún tipo de marginación. Ahí está Ridley Scott con varios proyectos como productor y director a pesar de sus 82 años. También 2 caras opuestas del mundo del cine en su concepción artística e ideológica como son el clásico y conservador Clint Eastwood (89 años) que hace unos meses estrenó la más que notable Richard Jewell; y el izquierdista británico, azote y altavoz de la clase obrera, Ken Loach (83 años) que este año pasado ha cosechado múltiples reconocimientos con su última película Sorry we missed you.

Ojalá tras esta pesadilla podamos seguir disfrutando de lo que les une a todos, un talento desbordante y una gran obra artística.