El rapto de España

“Undeutsch sei, bloss deutsch zu sein”: Es antialemán ser sólo alemán -J. E. Erdmann.

“Lo que Alemania comenzaba a hacer en su conciencia,

ya lo había hecho España con sus manos en América” - Gustavo Bueno.

En la mar no quede pesca

que respire con sus branquias,

sólo caracolas secas

sólo rumores de nácar.

Sus peces, para una ninfa

entre rubia y luterana,

de negra selva la linfa,

de sangre antimeridiana.

Alemania quiere un Sur

sólo para sus ventanas,

castillos ya sin Castilla,

Quijote sin Sancho Panza,

ningún estribo en su silla

ni ristre para una lanza.

Las manos de Andalucía

jamás en una guitarra,

sin la Giralda, Sevilla,

sin la Alhambra, Granada,

musulmana, la Mezquita,

cerradas las maestranzas,

los alcores, sin olivas

y a la Pepa gaditana

nunca le griten un ¡viva!

liberal cada mañana.

Para las huertas murcianas

el desierto de Almería,

sin la Albufera y la Manga

ni las blancas alquerías.

Las Rías Bajas con barcas

de soledad en Galicia

y en Bastabales campanas

que doblen sin Rosalía.

Asturias socializada

por los mineros sin mina,

por una mano cerrada

con una rosa vendida.

Cantabria sin la bahía,

ni una red para el arrastre.

En su Capilla Sixtina

música sólo de Wagner.

En Vascongadas, una a una,

tres islas endurecidas,

tres entrañas como la fauna

de la Cueva de Altamira.

Entre la feudal infancia

y su afán hispanicida,

Cataluña para Francia

en la prisión más ambigua.

Sin naranjos, la genista

crezca en tierras valencianas,

queden sólo las cenizas

de su luna entre las fallas.

Las Baleares bajo el amo

de una mesiánica fusta,

rebuznen igual que el asno

profético de Zaratustra.

Por la moruna arrogancia

Cercada Ceuta y Melilla,

en cada calle y plaza

una legión de rodillas.

En Aragón, Agustina

sin disparar ni una salva,

no suenen de esquina a esquina

los tambores de Calanda.

No lloren nunca las isas

por César Manrique en Canarias,

pueblen tuneras y espinas

los claros Jameos del Agua.

La extremeña y espléndida

encina la asfixie la hiedra,

entre las ruinas de Mérida

no cese el llanto de Fedra.

En la Rioja, no haya vida

ni a la sombra de una parra,

fuera fulgores de viña.

fuera fueros, ni en Navarra.

Letra a letra, ni una Escuela,

ni un archivo en Salamanca,

no quede huella, secuela,

ni rastro de una esperanza.

España rota y sin fuentes,

su América toda germana,

la frontera de sus dientes

bajo la bota alemana.