Sanitarios en blanco y negro

Imagen de un paciente de coronavirus siendo atendido por un sanitario. EFE

¡Anda que no ha llovido desde entonces! Desde que los recortes en sanidad se impusieron como una “nueva normalidad”, sí, como la de ahora, pero entonces estábamos en pie de guerra luchando por un cambio en la sanidad pública. Sin privatización necesaria de los servicios y, por ende, de una mejora en las condiciones del personal –puede que suene repetitivo, ¿pero a alguien le parece normal que muchos de los sanitarios encadenen más de cien contratos en un par de años?- la procura de personal suficiente para toda la carga de trabajo y representar con orgullo aquella frase tan rimbombante en estos tiempos: “Sanidad universal, gratuita y de la máxima calidad”.

En esos años ya había largas listas de espera, personal sanitario saturado y, además, insuficiente, promesas de incrementar sanitarios que nunca llegaban a cumplirse. Hospitales desangelados, con el paso de los años no ha habido una inversión en cuidar los que ya teníamos y son actualmente los referentes, parece que lo verdaderamente interesante era construir obsesivamente nuevos hospitales, más pequeños, pero más modernos, más privatizados y con menos estabilidad profesional. La calidad al paciente ha ido descendiendo paulatinamente con la dejadez de implementar recursos e invertir de verdad en tener, según dicen, una de las mejores sanidades del mundo.

Ha llovido y mucho, pues aquella fotografía en blanco, como nuestras batas, y negro, como el futuro que nos ha acogido, era años antes de la pandemia de coronavirus que estamos viviendo. Con la Covid-19 se han acentuado profundamente los problemas que nos perseguían, se ha saturado un sistema sanitario imperfecto y decadente por la mala gestión que se ha llevado en el tiempo. Los sanitarios ponemos toda la fuerza y entusiasmo para salir adelante y no por ello te convierte en un héroe, circuló aquella etiqueta animada por los políticos porque sabían perfectamente que iba a ser brutal la exposición al virus y que lo que se iba a ver en el hospital era inimaginable... y así fue. Las lágrimas y la frustración se apoderan cuando sabes que no hay material suficiente para nadie ni se cuenta con respiradores para la oleada de ingresos que estaba allí, la máxima calidad ha quedado una vieja broma que alguien se permitió repetir muchas veces.

Nos costó muchas vidas, ansiedad, tristeza y sacrificio. Pero... ¿qué ocurre ahora? ¿Acaso los poderes públicos se han olvidado también? No se han preparado unas medidas suficientemente fuertes que frenen la sistemática de contagio por irresponsabilidades porque no han invertido en educación social. Y es algo que tenían que haber puesto en práctica desde el primer momento, pero con los engaños a la ciudadanía y “quitar hierro al asunto” cuando en una inminente pandemia parecía no suceder nada e incluso ahora mismo, batiendo récord en contagio y siendo uno de los países del mundo que peores cifras tiene, siguen adulando a la ciudadanía.

No educan, suavizan para que el motor económico no entre en cólera, no dicen la verdad, engañan hasta que la gota colma el vaso y cuando eso ocurre hemos comprobado que no hay margen de actuación, hay caos y un cambio de golpe que supone la ruina.

No hemos aprendido nada, al menos, de momento. La radiografía que los sanitarios no queremos visualizar es ver corriendo a la celadora de un lado a otro con pacientes muy enfermos, cansada y triste, y, aun así, no pudiendo dormir por las noches. La ecocardiografía que no queremos hacer es la de enfermería saturada y a punto de estallar el corazón, reutilizando equipos de protección y con falta de personal. La PCR que no queremos ni mirar es la del porcentaje de sanitarios contagiados que hemos vivido.

La educación social en la pandemia es la que nos ayudará a frenar muchos de los contagios, pues son evitables. No sabemos qué va a ocurrir exactamente en las próximas semanas y meses, solo sabemos que cada día los datos son peores y que la ocupación y presión hospitalaria va en aumento.

Lo que no nos puede ayudar es una situación parecida a la que hemos pasado, perder tantísimas personas y no nos ayudará que los poderes públicos no tengan unos planes bien marcados con dotación de todo lo que ya sabemos que faltó hace unos meses.