Nostalgia de braña asturiana

Vacas de una braña.

En estos días de pandemia, os invito a subir desde vuestros valles de lágrimas hasta las sublimes cimas asturianas. La palabra 'braña' significa verano. Época en que los ganaderos subían con el ganado en busca del nutritivo pasto de altura. Célebres fueron los vaqueiros de alzada. Cuando con sus vacas abandonaban los establos invernales, atrás dejaban tristezas y enfermedades. Todas las enfermedades son hijas de los establos. Seguid, pues, los caminos de las vacas, de los vaqueiros de alzada. Creedme. Las enfermedades son ficción estabular, propias de mentes estabulares al servicio de ampones que imponen sus protocolos. Una metafísica revestida de retórica técnica y científica. Es gran negocio. Hacedme caso, seguid el camino de las vacas. Son las brañas, no las clínicas, el placer de alejarse quien nos redime del dolor. Os hará bien.



Cuando se inaugure la feria de la luz

olvidaré la tristeza, diré que tú,

vida, salvaje eres como el pasto de altura.

Yo, ya no volveré a ser bosque emboscado

en la desmemoriada hiedra

y anunciaré que el sueño es salto,

impulso de pámpano,

pasión de cepa

y que en esta braña, donde revivo

el póstumo secreto de las savias,

confabulo con los robles y las hayas,

con el árbol en marcha,

con la selva en vilo,

con cada infatigable fruta,

con la república botánica absoluta.