Silicon Valley, en California, es el lugar de mayor desarrollo tecnológico del mundo, de ahí han salido las más importantes novedades que usamos diariamente en el trabajo, en nuestras casas, en el sistema educativo. Sin embargo, allí se está planteando la vuelta al papel y al bolígrafo como método de enseñanza y trabajo. Sus hijos estudian en colegios que usan libros de papel y lapiceros pues han llegado a la conclusión que la gestión en el cerebro del conocimiento se realiza mejor sin los sistemas tecnológicos introducidos en la sociedad del siglo XXI.
A partir de la Covid-19 se ha planteado la necesidad, debido al confinamiento y posible contagio, del teletrabajo y de impartir la enseñanza fuera de los colegios y universidades. Si bien ya muchos centros educativos usan pizarras electrónicas interactivas, ordenadores o tablets con contenidos multimedia de las asignaturas, no son utilizados de manera igualitaria en el sistema de enseñanza español, dependiendo de los medios de los colegios públicos y concertados en comparación con la mayor parte de los sistemas educativos privados.
Lo cierto es que, a nivel de red, servidores y aplicaciones, España está lejos de poder soportar la cantidad de tráfico de datos exigidos a los sistemas de telecomunicaciones e informáticos habidos en nuestro país. El 5G no ha sido implantado todavía, y a pesar de que la mayoría de las operadoras de internet ofrecen fibra óptica que, por sus propiedades físicas, tiene un gran ancho de banda, o cantidad y velocidad de datos transmitidos y recibidos por ella, es en parte un gran engaño. Veamos de manera simple el por qué.
Si bien el acceso hasta la central de telefonía sí soporta fibra óptica, toda esa información tiene que ser transferida y procesada por el resto de la red. Muchas conexiones entre sus nodos no soportan fibra óptica. Los servidores son incapaces de gestionar tal cantidad de trafico informático produciéndose saturaciones y descartando datos procedentes de la red y las aplicaciones desarrolladas, que por otra parte no son eficaces en la gestión de la información por cómo transmiten y reciben los datos de las capas inferiores de la red y la propia interfaz de usuario.
Baste estas justificaciones para ver que, a día de hoy, es totalmente imposible gestionar el trabajo desde las casas o la enseñanza fuera de los colegios o universidades.
Por otra parte, los contenidos interactivos no son suficientes y la ausencia del profesor y del contacto humano dificulta la enseñanza. En el trabajo, desde ya hace tiempo, se planteaba por psicólogos y directivos la necesidad de la gestión del conocimiento como base fundamental para posibilitar organizaciones horizontales y no tan jerarquizadas enriqueciendo la facilidad y eficacia del trabajo exigiendo el contacto humano diario.
Por otra parte los padres han de lidiar con las carencias educativas, a la par que realizan las labores profesionales, exigiendo un esfuerzo no remunerado ni compensado por nadie. Los sistemas necesarios son pagados por las familias así las empresas y el sistema educativo dejan de soportar esta carga.
Por todo ello, si desde la Covid-19, va a cambiar la forma de trabajar y enseñar, hay que realizar un esfuerzo expansivo ingente tecnológico, que por otra parte necesita del 5G para posibilitarlo. Así habrá un vacío produciendo pérdidas económicas, y mala gestión por parte de la administración y una brecha educativa en los niños y jóvenes debido a la Covid-19.
Por todo ello hay que balancear desde la buena gestión de políticos y científicos este problema, que emerge por un sistema teleinformático incapaz de gestionar las nuevas necesidades impuestas por la Covid-19.