El juego del Monopoly y la competitividad

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¿Quién no ha jugado al Monopoly de niño? El juego del Monopoly se basa en la competitividad a través de la estrategia y el azar para hacerse con el mayor número de propiedades que permitan ganar al resto de jugadores sacándoles del juego.

Somos seres competitivos, esa es la esencia del liberalismo. El progreso. La competitividad nace desde la niñez. Este comunismo de la igualdad va contra la esencia de nuestro ser: querer ganar, ser mejores, progresar.

Pongamos como ejemplo los medios de comunicación, los medios, sus directivos analizan las audiencias, o el número de entradas en internet, quieren destacar, hacerse oír, ganar dinero. Esa competitividad lleva a la pluralidad de ideas en un sistema democrático y liberal.

He escuchado a Pablo Iglesias hablar de la “manipulación de los medios liberales”. El comunismo quiere tener el control de la prensa, de las televisiones y las radios, para controlar a las masas. ¿Qué liberal plantea siquiera cuestiones semejantes?, el liberal sabe que el sistema genera desigualdad, esta desigualdad la compensa con sistemas sociales que sólo son viables a través de la recaudación de los impuestos que crea la propia riqueza del sistema de la desigualdad.

Los liberales suelen chillar menos que la izquierda cuando no tienen el poder, porque la izquierda está ávida de poder y rechaza estar en la oposición, se vuelve agresiva en sus mensajes para derrumbar el sistema de equilibrio del poder.

Siempre hay algún jugador de la partida de Monopoly que ha intentado engañar a la banca. Así, la corrupción es propia del ser humano. Hay que penalizarla, pero es imposible de erradicar. Por mucho que se quiera llegar a una pureza completa e ideal es completamente imposible de alcanzar. La pureza es sólo propia de los cielos. En el Monopoly hay una casilla de cárcel.

Se quiere definir la moral desde el Estado, desde los instintos más básicos de la sexualidad a los modelos económicos. Así se pasa de curso con asignaturas suspensas, así se bajan los niveles de estudio, así se penaliza desde la crítica la enseñanza de la excelencia.

Se pretende crear un estado de la igualdad. Y si no hay necesidad de ganar en el Monopoly se llega al aburrimiento, el juego deja de ser divertido. Si al final consistiera en tener la misma cantidad de dinero todos, ningún niño querría jugar.

Este progreso permite la generación de riqueza, no solo la personal, sino la del Estado, y de esta manera las medidas sociales. Imprescindibles. Todos en el juego del Monopoly recibimos un dinero de la banca tan solo por pasar por la salida, porque ese “dar” del Estado equilibra la sociedad, el juego. Así puede haber sanidad pública, educación pública, red de carreteras, etc.

La pretensión del comunismo es la igualdad por abajo, todos los sistemas comunistas han fracasado, quedan reductos en el mundo, pero pocos. Han llevado a la pobreza, a la miseria, al hambre, a la tortura, al control de los medios de comunicación. Sin embargo, sus mandatarios son los dueños de la banca, simplemente el juego del Monopoly se guarda en la caja, las economías se paran, sube la inflación, el dinero lo fabrica la banca a destajo, y el dinero pierde su valor. Hay colas en los supermercados, hay en definitiva pobreza.

Estos neocomunistas que han surgido en España enmarcados en la ideología de Pablo Iglesias y que se extiende a la de Pedro Sánchez, quieren destrozar la competitividad. Esto llevará a la paralización de la economía, a la ideología vacua, a la pobreza, la miseria y al control de las masas desde una nueva moral, que es paternalista.

Todos queremos jugar. Se juega en la niñez, las cosas se complican en la vida adulta, pero el juego sigue continuando y solo es posible en los sistemas liberales, pero el juego debe de continuar, sin eso el Estado no recauda parte de la riqueza, sin eso las tarjetas del Monopoly que dan dinero a la banca por los impuestos dejarían de existir. Sin eso las tarjetas que hacen dar dinero a los demás jugadores para compensar la desigualdad de la riqueza paralizaría el juego.

Estas tarjetas generan el sistema social del liberalismo. No hay que confundir liberalismo con capitalismo salvaje. Sin estas tarjetas el juego se acortaría. Nadie puede hacerse rico de repente, solo desde el esfuerzo, desde la estrategia. ¿Quién no ha jugado al Monopoly? Casi nadie. Todo juego tiene un componente de azar.