La guerra

Fusilamiento Guerra Civil. Autor desconocido

La guerra, me desconsuela, ver metralletas y tanques y misiles y bombas, me desconsuela la batalla, los heridos, los muertos. Entonces pienso en el pacifismo, en un Dorado tan buscado en la literatura, en las películas del Oeste: en esa carreta tirada por caballos después de la lucha rodando serena hacia una tierra nueva, con una familia porque van a ser ya felices después de los duelos entre los buenos y los malos.

Llego a la dolorosa conclusión de que la guerra es intrínseca al ser humano, absurda pero inevitable.

Las grandes guerras en Europa del siglo XX, tanto por el comunismo de Lenin y Stalin que mataron a cientos de miles de personas, como las causadas por el fascismo de Hitler o Mussolini. O la guerra, sí, fratricida, entre los Republicanos y los seguidores del fascismo de Franco. La guerra entre Irak e Irán con las armas químicas, la guerra de los seis días de Israel. La guerra de Yugoslavia.

¿Qué tendrá la religión? Otra causante de batallas entre cristianos e infieles, ahora en Siria, en Irak. Guerras religiosas. O los atentados Yihadistas en Europa o Estados Unidos, las Torres Gemelas, el tremendo atentado catalizador del nuevo orden mundial del siglo XXI.

El ser humano siempre ha sido guerrero, la extensión del territorio, las etnias, el deseo de que la ideología, pongamos en la palabra ideología todo, extendámoslo a pensamiento, ya sea religioso o la estructura social o económica, o el racismo, se imponga por la fuerza a otros seres humanos. Porque todo ese entramado es pensamiento, que nace con la cultura de donde se nace, y de una época vivida. Es puro flujo de pensamiento. Que ejerce un gran poder sobre las emociones, generando conductas agresivas, que pueden llevar a matar a otro ser humano, en la batalla, en la guerra.

Guerra y Paz de Tolstói. Porque la guerra está en el cine, en la literatura, en el teatro, en la pintura, en la fotografía en la expresión del dolor del artista.

Nos horrorizan las noticias con imágenes sangrientas en la tele o en los periódicos, sin embargo, nos desayunamos la tragedia humana en el cine. Los disparos, los muertos. Y nos posicionamos ciertamente donde el director, donde el artista quiere que pongamos el punto de mira, y nos entretiene. Porque es ficción y nuestra psiquis nos dice que no es real, que ese mundo está en una sala oscura con altavoces y una pantalla de proyección. Se acerca la cámara a la metralleta, sale sangre del pecho, y la música, la cámara lo agranda todo. Lo juzgamos. Pero nos entretiene.

Las batallas en la vida serena, sin bombas ni disparos, son personales, un trabajo, un proyecto, una familia, la lucha existencial del vacío, el movimiento hacia adelante, la acción, el pensamiento fluyendo, pensamientos que vienen y van, o se quedan, a veces para hacernos sufrir, otras veces para alegrarnos, pero ese fluir de la conciencia se hace evidente en nosotros, y así sabemos que existimos. En la vida serena nos permitimos el lujo de la batalla entre el vacío existencial y la lucha por salir de ese estado de la psiquis. Porque no hay que matar ni sobrevivir a disparos. Sin duda es un lujo.

Me preocupan los ladrillos de la extrema izquierda contra los seguidores extremistas de Vox, y las balas a Pablo Iglesias, enmascarado todo en ideales pacíficos pero destructivos, de un bando y de otro. Batalla que se queda en los discursos, en las calles, en los medios de comunicación, porque afortunadamente hemos aprendido del pasado del siglo XX y sabemos o entendemos que las guerras en Europa son imposibles, por el avance, el aprendizaje de lo acontecido.

Lo cierto es que hay cartas con balas, a Ayuso a Zapatero también, aunque estos políticos estén rebajando la tensión, y se utiliza para que estos mensajes fluyan en el pensamiento de los españoles, y así en las emociones, en el voto. Es un juego manipulador, estratégico.

Estos intrusos en las mentes sanas que luchan en batallas personales pueden llegar a ser muy destructivos, a hacernos creer que el vacío existencial, no hay que llenarlo con vida propia, sino con la ira. El pensamiento, esa gran destreza del ser humano, ese gran enemigo.



Cuando se deja de cuidar la vida propia. Cuando se puede llegar a pasar la barrera de la agresión verbal a la física. Estemos tranquilos, es una batalla española tan solo emocional para influir en el voto. Tengamos todos cuidado.