Opinión

Las drogas, ese gran enemigo

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En Estados Unidos la edad mínima para consumir alcohol y comprarlo es de 21 años, muchos alegan que si se puede votar a los 18 años, ya se es responsable para beber. El cerebro durante la adolescencia está en constante formación y no deja de llegar al equilibrio de un adulto hasta los 21 años. Se trata de no estropear el desarrollo de un órgano tan importante. Sin embargo, el problema de las drogas en Estados Unidos es un tema de Estado. La receta de los opiáceos para evitar dolores con manga ancha ha generado la adicción a la droga sin precedentes.

Hay una sustancia que es el alcohol que se vuelve terriblemente adictiva generando el alcoholismo, esta sustancia está permitida, la mayor parte de bebedores son sociales. “Un problema no es problema mientras no te impida llevar una vida sana, mientras no intercepte tu vida”. Esta frase está dicha por un psiquiatra. El problema suele nacer de conductas, que pensamos son controlables a través de la razón. Sin embargo, la droga elimina la capacidad de razonar, nos vuelve más animales.

Para conseguir la droga se roba, se engaña, se trafica a pequeña escala. Sin duda es un problema estatal, que ningún gobierno debe de ignorar. Las familias vislumbran este drama en un hijo por cambios de conducta como llegar a altas horas de la madrugada, volverse más introvertido con la familia, engañar o llegar a robar a los padres para conseguir dinero, y el inicio del fracaso escolar.

No es fácil salir de las drogas, se requiere de una gran fuerza de voluntad. El primer paso es reconocer que se tiene un problema, a partir de ahí dejar de consumir, apoyarse en la familia y en las asociaciones y sufrir el mono. Sin embargo, de la droga se puede salir.

Hablando con drogadictos me dicen que aquella época que vivieron fue un verdadero infierno. Se drogaban, pues les hacía sentirse bien, pero luego tan sólo para salir de la angustia del mono, llevaban en silencio su adicción en la familia. Uno de los problemas más graves es que las familias detectan el conflicto tarde, no en el principio. Y se actúa cuando ya la adicción ha cuajado en el cerebro.

Un heroinómano siente placer por el mero hecho de pensar en una aguja. No es consciente del daño que la heroína puede provocar, inclusive llevándole a la muerte en muchas ocasiones.

Estoy en contra de la legalización de las drogas, las mafias seguirían existiendo e introduciendo sustancias ilegales o adulteradas a bajo precio. Baste ver que en Estados Unidos el mayor problema es el consumo de los opiáceos legales.

En Holanda hay drogas legalizadas consumidas en los Coffee Shops. He estado en uno de ellos y llegado a probar la marihuana de joven. Puedo decir que fue la peor experiencia de mi vida. Sentí que me moría, y eso que sólo di dos o tres caladas, el dueño me sacó a la calle y me sentó en una silla, el mareo era tremendo, pensé que me iba a morir, me ofrecieron un vaso de agua con azúcar que no bebí, estuve en esa situación de falta de vida más de media hora. Por fin se pasó. Entonces me empecé a reír de todo, era una risa histriónica, no era yo. Ese día de joven fue mi única experiencia con la droga. Nunca más volví a jugar con ese juego que invita a la muerte, física y de la psiquis, al desarrollo de enfermedades mentales en la vida adulta, al destrozo de las vidas, a la ruina. Al dolor de las familias.

Me di cuenta de que las cosas en la vida más peligrosas son las que venden alegría y placer instantáneo, por las que no hay que trabajar y luchar, las que son adictivas, que te van atrapando en una enredadera, agarrotándote, atándote. Cuando la alegría del juego se convierta en las garras que te sujetan en el sufrimiento.

La Movida madrileña tuvo muchas cosas buenas, artistas, cineastas, músicos, libertad sexual. Pero Tierno Galván se equivocó con la bebida y las drogas que produjeron tanto dolor y tanta muerte en aquellos años.

Hoy el gran problema es el botellón. Hay que atajar esta lacra social, pues la edad de inicio en la bebida es a los 13 o 14 años, de manera descontrolada. Y es un fracaso de la sociedad española que surge de la falta de esperanza que se ofrece a los jóvenes, del fracaso del país, del vacío que se les genera, de los errores del sistema educativo.

Las familias debemos de concienciarnos y no meter la cabeza debajo del ala. Como digo las drogas impiden que la conciencia que nos separa de los animales actúe sobre nosotros, produciéndose reacciones químicas en el cerebro que llevan a la adicción al dolor y al sufrimiento y en muchas ocasiones a la muerte.