Subid a las altas terrazas

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Os revelo cómo, el poeta, fue capaz de burlar el virus globalista, la PCR y el fascismo perimetral.

A veces, para desafiar a la mar,

hay que subir a las terrazas

y esperar la llegada de los globos,

sólo ellos pueden liberarnos del lastre de los afanes,

¿o acaso tú no dudas de la estiba de los sueños?

Lo digo de nuevo,

nada mejor que las altas y firmes terrazas

contra las óseas cárceles del agua.

Ayer, mientras las bisagras de la tarde se replegaban

y el mundo, como una aleta rota, renqueaba

vencido por las mareas,

pude alcanzar los hipálages de cielo,

sustituir sus abovedados confines

y contemplar el otro lado de la tierra:

allí estaba sin anclajes,

libre de nostalgias,

como un vuelo absoluto,

yo, ingrávido vencedor

de todas las despedidas.