¡Buenos días!; hola, ¿qué tal? Parece que llueve. Sí, lo ha estado haciendo toda la noche y después de los días de calor que hemos tenido se nos estropea el fin de semana. Ya se sabe que si tiene que llover lo hará sábado y domingo, para que el lunes vuelva a salir el sol, como siempre sucede. Por cierto, este ascensor hace un ruido raro. Sí, tenemos que comentarlo al administrador en la próxima reunión de la ‘comunidad de vecinos’. ¡Que tengas un buen día! Gracias, igual.

Esta casual conversación es el ejemplo de una de tantas que se repiten de forma cotidiana en el espacio de un ascensor en cualquier bloque de vecinos. Su duración aproximada es de veintinueve segundos y su medida temporal nos sirve para entender lo accesorio de la importancia del encuentro mantenido entre Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España, y Joe Biden, presidente de los Estados Unidos, en el marco de la reunión de la OTAN, retransmitida por las televisiones de todo el mundo el pasado lunes, 14 de junio.

¿Cuál es la necesidad de anunciar un encuentro con el presidente de EEUU en ese formato? Realmente, ¿alguien puede sentirse mejor tras ello, como líder de un país que es la decimocuarta potencia económica del mundo, además de acumular el pasado, bagaje cultural e historia de España, con unas imágenes como las de ese encuentro?

Visto lo visto, parece que los complejos siguen ocupando las mentes de nuestros representantes públicos y que aún no hayamos conseguido pasar página de imágenes como las inmortalizadas por José Luis García Berlanga en Bienvenido Mr. Marshall, interpretadas por Pepe Isbert, al afirmar: “Como alcalde vuestro que soy, os debo una explicación, y esa explicación que os debo, os la voy a pagar”.

Claro que episodios como éste no son aislados, y en la misma línea tenemos los protagonizados por José Luis Rodríguez Zapatero con George W. Bush, en 2004 y 2008, aunque en aquellas ocasiones se consiguió superar el minuto de duración en el encuentro e incluso posaron en pie, sin moverse, ante las cámaras.

Según Pedro Sánchez, en esos 29 segundos, tuvo ocasión para plantear a Mr. Biden temas comunes en relación a asuntos de Defensa (acuerdo bilateral), el problema migratorio, la situación de América Latina y los efectos de la pandemia de Covid-19, y la “agenda de progreso” impulsada por el nuevo presidente de USA…¡sorprendente!, aunque quizás ello esté detrás de la imagen de impenitente ‘vendedor’ que nuestro presidente dio en ese paseo de poco más de veinte pasos, mientras el mandatario estadounidense de mayor edad en alcanzar la Casa Blanca, parecía intentar acelerar, dentro de las posibilidades físicas de sus 79 años, en cada una de las zancadas que abordaba, camino de su ansiado destino.

Después del berlanguiano encuentro, se anunció que la próxima reunión de la OTAN, programada en 2022, se celebrará en España, y la pregunta es si el efecto de dicho hito no hubiera sido más eficaz y provechoso para la imagen de nuestro país dentro de la diplomacia internacional de primer nivel, sin las imágenes difundidas entre Pedro Sánchez y Joe Biden.

O, al menos, que hubieran sido, como en el caso de Macron, únicamente las de un paseo protocolario dentro de una reunión entre iguales, sin complejo ninguno y sin necesidad de que nadie volviera a recordar aquel rol interpretado por José Luis López Vázquez diciendo eso de: “Un admirador, un esclavo, un amigo, un siervo…”.

Veintinueve segundos, tanto y tan poco, pero con seguridad el recordatorio de que hace demasiado tiempo, exactamente veinticinco años, que España dejó de jugar en la primera división de la diplomacia mundial.

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