Los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, celebrados excepcionalmente en este año 2021, ya tienen su historia completa, el elenco de sus nuevos campeones coronados con los cinco aros universales, todos sus medallistas y los nombres que compondrán la crónica de cada uno de sus días.
Pero más allá de los récords, de las sorpresas que siempre suceden y de las profecías que se cumplen, un nombre será recordado, el de Simone Biles, no lo será por el resultado deportivo, pero sí por la contribución que ha hecho a todos los deportistas del mundo y a la sociedad en general.
Tras haber sido reconocida como la reina de los JJ. OO. de Río 2016, con cuatro medallas de oro y un bronce, todos los focos estaban puestos en ella, siendo la gran favorita en todas las pruebas de gimnasia.
Pero los atletas de élite también son humanos, y como, nos puede suceder a cualquiera, una crisis de ansiedad hizo presa en ella, haciéndola perder autoconfianza y afectando al estado de su salud mental.
La primera enseñanza que nos deja Simone Biles es el de saber mostrar su vulnerabilidad, haciéndonos partícipes de su situación, prueba a prueba, sin abandonar la competición.
La segunda aportación importante de Biles es en cuanto a la aceptación de permitir ser ayudada por especialistas en control mental y psicología. Todos, en algún momento de nuestra vida, podemos llegar a necesitar una ayuda profesional, en el terreno psicológico, más allá de tener una vida feliz y exitosa, siendo ello un importante terreno de aprendizaje.
La valentía es el tercer rasgo que nos muestra Biles. La presión superó a quien era la campeona olímpica vigente, pero igual que a ella, eso sucede cada día a muchas personas ante sus retos diarios. Comprenderlo y desdramatizarlo es otra interesante aportación.
Afrontar el problema, sin postergarlo, es otra enseñanza que nos deja la experiencia de Simone Biles en Tokio. La vida nos presenta situaciones en las que podemos sentirnos acorralados, intentando escapar de esa circunstancia, pero por mucho que lo evitemos, si existe un problema y no lo afrontamos, posponerlo no arreglará nada, sino que lo agravará.
Defraudar las expectativas está en el origen de muchas crisis de ansiedad, aunque muchas veces quien marca esas exigencias esté dentro de nosotros mismos, creyéndonos que hacer determinada cosa nos consigue la aprobación de los demás, pero lo realmente importante es que nos planteemos qué cosas de las que hacemos tienen que ver con nosotros y no con los demás. Se trata de conseguir tu propia aprobación.
Veintiún años antes de que naciese Simone Biles, en 1976, se proclamó campeona olímpica de gimnasia Nadia Comaneci, consiguiendo una puntuación insuperable de diez puntos sobre diez… ¡la perfección absoluta!, sin embargo, años después la presión que vivió a su alrededor la sumió en una crisis de ansiedad que la llevó a plantearse el suicidio, habiendo sabido salir de ese círculo perverso para hoy, a sus 59 años, confesar que su único objetivo es su hijo, lo cual concilia con ser embajadora del COI.
Mucho más recientemente se ha conocido el caso de la tenista Naomi Osaka, actual número 2 del ranking ATP femenino que vivió una profunda depresión al finalizar los celebrados en 2012 en Londres, publicando un ensayo, escrito en primera persona, en la revista Time en el que afirma que Los atletas son humanos y como tales precisan entrenamiento mental, más allá del físico, técnico o estratégico.
Otro caso paradigmático que escenifica la necesidad del entrenamiento mental en los deportistas de alto nivel lo representa Michael Phelps, que consiguió 23 medallas de oro olímpicas, para un total de 28, y que tras los JJ. OO. de Londres en 2012 entró en un proceso depresivo frente a cuyos efectos sigue luchando. Los atletas pueden parecer superhéroes, pero ello no les hace irrompibles.
Pero volvamos a Simone Biles, quien nos ha regalado la enseñanza más grande, evocadora y delicada al volver a conseguir en Tokio 2020 la medalla de bronce en la misma prueba en que lo logró en Río 2016, en barra de equilibrio, construyendo con ello una gran metáfora sobre la vida, sus ciclos, sus etapas y sus momentos, mejores o peores.
Afirma Usain Bolt, ocho veces campeón olímpico en pruebas de velocidad en atletismo, que “Tienes que entrenar tu cerebro para ser positivo, al igual que entrenas tu cuerpo”, lo cual ratifica Michael Johnson, cuatro veces campeón olímpico en pruebas atléticas de 200 y 400 metros, al decir que “Por más fuertes que sean mis piernas, es mi mente lo que me convierte en campeón”. La esencia de ambos pensamientos está en la necesidad de incluir el control mental y el trabajo psicológico dentro del entrenamiento de cualquier atleta, aunque nos atrevemos a decir que ello afecta también al desempeño de cualquier actividad humana para alcanzar la mejor versión posible. Esta es la gran enseñanza que nos ha regalado Simone Biles en estos días de Juegos Olímpicos en Tokio.