La revolución del vino. A la memoria del empresario Alejandro Fernández

Vinos de la Ribera del Duero.

Falleció en mayo de 2021. Corría la década de los 90 del siglo pasado, cuando tres amigos asturianos decidimos ir al pueblo de Pesquera, a visitar las bodegas de Alejandro Fernández. No lo conocíamos de nada y el recibimiento fue apoteósico. Estábamos ante un hombre con una vitalidad poco común. Abierto, generoso y orgullosos de su vino, sin duda, con mucha razón.

Yo había preparado unos octosílabos y le pedí que los escuchara. Inmediatamente, llamó a su familia, ordenó a los obreros que había en la bodega cesaran sus actividades y se reunieran en torno a mí. Entonces, me subí a una barrica y comencé a leer el poema que aquí presento: Vinos de la Ribera del Duero.

Nunca me había sucedido nada semejante. Mi trayectoria como lector de poemas en público, apenas existe. Solo una vez, que recuerde, cuando escribí una oda a la patata. Ahora bien, como el vino y la poesía son los amantes perfectos, el vacío del pasado quedó plenamente compensado por quienes aplaudían, vibrantes, a un tipo desconocido con ínfulas de vate. Fue el mayor éxito que jamás obtuve y el primero y único premio que recibí en mi vida: una caja de la mejor reserva. Igual que a mis acompañantes.

Brindo por Alejandro Fernández. Las viñas del Duero lo lloran. Y el poeta, como aquel día lejano en su bodega, sube a la barrica del recuerdo para repetirle aquellos versos.

Vinos de la Ribera del Duero

Cuando subía a la silla,

sentía el Cid cómo el vino

le daba valor y estribo

para ensanchar a Castilla.

Viñedos de la Ribera

del Duero, quisiera ser

un galope de avidez

fermentado en tu bodega.

Ser el vigor de la cepa,

mordisco de moscatel,

rubor robado a tu piel,

el sarmiento que te trepa.

¿Habrá en el mundo placer

más alejado del llanto?,

nunca un beso sació tanto

por pequeño que se dé.

Son tus sueños realidad

donde se cría y perdura

aroma de uva madura,

más soberbio con la edad.

El tiempo sufre en el vaso

la más humillante derrota,

con un Ribera, se nota

cómo avanza su retraso.

¡Oh, mosto de los alivios!

de bíblica bacanal,

sin ti, a la soledad

se van todos los caminos.

Libres y lentos bebed,

desabrocharos la lengua,

la pena sin ropa mengua,

se va con la desnudez.

Bebed, la vida es la ronda

que más requiere morapio,

sabor de sabores sabio

y satisfacción redonda.

No creáis a quien bebe agua

por razones de salud

o piense que es más virtud

quedarse siempre con gana,

porque sólo el majadero

encuentra algún desatino

en las bondades del vino

de la Ribera del Duero.