Opinión

Ejército de indignados

Periódicos de papel.

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Un día más, subo al metro. Un metro abarrotado que a primera hora de la mañana ya muestra el espíritu de una ciudad ferviente como lo es Madrid. Me fijo en ese pequeño exageradamente peinado, agarrado de la mano de su madre, rumbo al cole. También, me encuentro a ese estudiante de unos 15 años que sueña con acabar ya el día y poder volver a casa, a tirarse al sofá o a jugar un rato al fútbol. Igualmente, observo la presencia de más de un ejecutivo. Qué se yo. Igual se viste así para ir a buscar trabajo, aunque no parece. Probablemente, hoy, tenga una reunión importante o una cita imprescindible.

Son cientos, más bien miles, las personas que día a día cogen el transporte público para abandonar su lugar de residencia y conquistar otro lugar. Todos ellos, con algo en común: ya no se sirven de un periódico de papel para mantenerse informados, lo hacen con sus móviles. Atentos a la pantalla, van avanzando hacia una lectura que no sé dónde les llevará.

Unos, simplemente conversan con su pareja, entreteniéndose antes de llegar al destino. Otros, sin embargo, bucean en Twitter. También los hay que prefieren Facebook y, los más actuales, se sirven de TikTok.

A veces, no creemos en el poder de las redes sociales hasta que las tenemos delante de nuestras narices. Hasta que vemos que chico del asiento anexo al tuyo, la chica del vagón de al lado y la señora que se bajó en la parada anterior comparten algo: buscan en las redes sociales el constante premio de conocer algo nuevo, de sorprenderse. O de indignarse.

¿Cuántos de los que están en el metro ahora se habrán indignado por algo que han visto? ¿Cuáles no? De todos ellos, ¿cuántos se habrán tragado una noticia falsa?, ¿habrá picado alguien en entrar en un enlace llamativo que conduce a una noticia insulsa que no dice nada?

¿Se habrán creído todo lo que leen? ¿Se habrán convencido de ser quienes son porque leen lo que quieren leer? ¿Estarán equivocados? ¿Se habrán vuelto a convencer de no vacunarse, por ejemplo? ¿Y si esa lectora intrépida que tengo frente a mí ha reenviado un bulo?

A veces, tantas preguntas conducen solo a generar más incertidumbre. ¿Cuánto de este texto es verdad? ¿Cuánto no? Tendemos a entender lo que nos gusta, a dudar de poco y a indignarnos por todo. Nos es fácil lo amigo y difícil lo desconocido. Salir de la zona de confort, no es tan mala idea.

Mañana, allá donde vaya, iré andando.