Opinión

Emocracia

Pedro Sánchez dando un discurso en Soria, durante la campaña electoral de Castilla y León.

Pedro Sánchez dando un discurso en Soria, durante la campaña electoral de Castilla y León.

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Este neologismo, atribuido a Bertrand Russel (Darío Villanueva, Morderse la lengua.
Espasa 2021), representa el triunfo de las emociones sobre la racionalidad en la Alemania de Hitler.

El señor Casado debe ser el único político del reparto principal cuyos asesores desconocen el movimiento de la posverdad. Es obvio que su discurso y sus intervenciones públicas, intentando aproximarse a la racionalidad, son más propias de la ilustración que de una época como la actual, dominada por el aplanamiento cognitivo y racional de una sociedad líquida.

La inteligencia política del Sr. Sánchez ha crecido al amparo de unos verdaderos maestros de la posverdad, sus socios de Gobierno. Apela continuamente a las emociones, al estómago de los votantes, y sus reproches a la oposición, de precisión quirúrgica, tratan de apartarla de la corrección política, con la finalidad de convertir a los ciudadanos en una especie de censura social, etérea.

En la posverdad la mentira pierde su significado, y la oposición debe entenderlo y sopesarla como arma arrojadiza contra el gobierno. Aunque resulte una paradoja, la mentira no interesa a una gran mayoría de la ciudadanía.

Probablemente la señora Ayuso sea quien mejor ha entendido esta nueva política, la emocracia, en el mundo de la posverdad y de la corrección política.

Si al neologismo de Russel le añadimos la @, obtenemos una nueva versión actualizada del mismo, la emocraci@. Sin duda esta es la fórmula del éxito de la nueva izquierda: las emociones y el poder de las redes sociales (divulgativo y censor).

La oposición se equivoca si no considera estos ingredientes en sus propuestas, a los que puede añadir un poco de racionalidad.