Rezar está ucraguay

El presidente ruso, Vladimir Putin. Reuters

El famoso lema a favor del aborto "Es mi cuerpo, yo decido" es un error de razonamiento. Se puede estar a favor o en contra del aborto, pero se debe estar en contra de este argumento como demuestro ahora y relaciono con la crisis ucraniana.

El tema del aborto exige centrarse no en cuanto a la propiedad del cuerpo de cada una, sino en si es una vida o no lo que se interrumpe. Así pues, alguien que defienda la legalidad y libertad del aborto debe de centrarse en que aquello no es un ser humano, no hay vida humana. Quien luche para evitar abortos lo hará fundamentalmente para defender una vida humana más o menos incipiente. Estos argumentos son racionalmente válidos.

Ahora bien, si yo salgo de mi casa con los genitales colgando seguramente alguien se sentirá molesto por la calle. Mis genitales son mi cuerpo, son natural, no mato a nadie, pero afecta a otras personas y sus valores o incluso su integridad. Esto es lo que nos afecta respecto a las relaciones entre Rusia, Ucrania y la OTAN.

Rusia realiza maniobras en su país; tiene derecho. Ucrania se arma; tiene derecho. La OTAN admite nuevos socios; tiene derecho. Todos son organismos soberanos, pero su soberanía me afecta a mí. Así pues, si me afecta a mí, no son libres o no deberían serlo para hacer lo que quisieran.

Ni Rusia, ni Ucrania, ni la OTAN son moralmente libres para hacer lo que consideren. Deben ser responsables de las vidas fuera de esa zona de fricción que se ven afectadas. No podemos ser equidistantes, tenemos claro que hay un enemigo de la democracia y un bando que aspira a la democracia en ese territorio. Pero esta situación se torna en un fracaso que se sitúa sobre las potencias democráticas, pues a los gobernantes autocráticos no les importa la humanidad y no cuenta como falta en su haber, pues donde no hay no se puede sacar.