Europa o la democracia herida

El jefe de la diplomacia de la UE, Josep Borrell UE

Escribo estas líneas el 6 de junio, efeméride del "día D", conocido entonces como el día del desembarco de Normandía de 1944, en el que tropas aliadas, norteamericanas y británicas, se disponían a iniciar la liberación del continente europeo de las garras del nazismo.

Sirva esta conmemoración, necesaria para apreciar los 70 años de Paz habidos en el continente europeo, para trazar unas indicaciones o libre opinión sobre lo que los europeos y occidentales convenimos en establecer como periodo de estabilidad, finalizada la Segunda Guerra Mundial.

Creadas la Organización de Naciones Unidas en 1947 mediante la Conferencia de San Francisco, se esperaba no repetir nunca más un escenario de Guerra, al menos en el conocido por nosotros como mundo desarrollado.

Posteriormente y siguiendo las mismas intenciones se firmó entre países hasta el momento adversarios, Alemania y Francia e Italia, junto al Benelux (Bélgica, Holanda y Luxemburgo) los Tratados de Roma en 1957-1958, con la finalidad de sacar del conflicto el carbón y el acero en una nueva situación de libertad comercial y afianzar la relación entre países.

Pasadas las décadas y avanzada la democracia, así como la convergencia económica, la Comunidad Económica Europea, posteriormente Unión Europea, dio pasos de gigante, intentando ampliar su capacidad política a través del Acta Única; sirva como ejemplo la EUROATOM como agencia contra la proliferación nuclear.

De esta manera, convergimos en suma de alianzas comerciales hasta la feliz entrada de España en el proyecto europea en el año 86, consolidando la estabilidad financiera y comercial de los países miembro.

Sólo la guerra de los Balcanes en los años 90, con infames episodios que recordamos a la última gran conflagración, rompía en Europa un periodo de estabilidad y paz duradera, con sucesos que estos días, en el discurrir de la invasión rusa de Ucrania y actual conflicto (Srebrenica no dista mucho de Mariúpol), vuelven a sonar: crímenes de guerra, lucha étnica y crisis desesperada de refugiados... y para el resto de Europa, y aunque no nos queramos enterar, espiral inflacionista y en algunos casos carestía (hasta el momento).

Celebrado el 9 de mayo el día de la liberación de Europa y haciendo una lectura distendida de los acontecimientos y la evolución del proyecto europeo, debemos hacernos una serie de preguntas que al menos sirvan para establecer una serie de soluciones al modo en que Josep Borrell, actual Alto Representante de la Diplomacia Europea denomina "una brújula para Europa".

¿Hemos construido en Europa a lo largo de estos años un gigante económico, pero un peso político ligero? ¿son los fondos europeos suficientes para salvaguardar la democracia en Europa? ¿Hará falta, como desde hace tiempo también señala Mr.PESC una fuerza militar propia europea, de carácter defensivo? Llegaremos a la conclusión clara de que la democracia está herida en el continente, desde fuera y desde dentro, populismos mediante y fuerzas de extrema derecha en el desgaste continuado en nuestros parlamentos. Tendremos que repensar las fórmulas o llegaremos tarde a la cita con la Historia.