Una vez más, la señora Ursula von der Leyen nos ha conmovido a todos con sus elocuentes palabras: "Sabemos que los ucranianos están dispuestos a morir por el enfoque europeo. Queremos que vivan con nosotros el sueño europeo." Éstas fueron, a mi entender, las dos frases clave del discurso que, literalmente envuelta en los colores de la bandera ucraniana, espetó a los oyentes en una conferencia de prensa en Bruselas el pasado 17 de junio. Y ambas frases merecen, también a mi entender, una reflexión.

"Sabemos que los ucranianos están dispuestos a morir por el enfoque europeo", dijo. Para empezar, me resulta curiosa y algo enigmática su elección de la palabra "enfoque" (si se me admite esta traducción del vocablo inglés "perspective", que es el que usó). Este detalle me tiene algo intrigado. ¿Por qué "enfoque" (perspective) en lugar de, por ejemplo, "ideales" o "valores"? Tengo entendido que las palabras, en los discursos políticos, se escogen muy cuidadosamente para transmitir significados y matices muy concretos; de modo que si Ursula dijo "enfoque", eso quiso decir y no otra cosa. Pero la connotación, cualquiera que fuese, que quiso imprimir a su frase con esa palabra me parece tan sutil y difícil de adivinar que no veo posible acometer la tarea con éxito.

En cualquier caso, lo que me parece importante destacar es que si nosotros, los europeos, "sabemos" que los ucranianos están dispuestos a morir por nuestro enfoque, me temo que ya sabemos mucho más de lo que saben ellos. Yo pensaba -y estoy seguro de que, conmigo, muchísima otra gente- que los ucranianos estaban muriendo para defender su territorio de lo que consideran una invasión ilegítima. Y muriendo, por cierto, bastante a regañadientes, pues me consta por fuentes directas que, salvo los elementos más ultranacionalistas, la mayoría de los soldados ucranianos no quieren luchar esta guerra fraticida (como, seguramente, tampoco lo quieren los rusos). Un elevadísimo porcentaje de la población ucraniana tiene algún tipo de familia en Rusia, y matarse unos a otros no es del gusto de ninguno.

Mas, por retomar el hilo, no sé de dónde se saca la Von der Leyen que lo que impulsa a los ucranianos a morir con tanto entusiasmo es el enfoque europeo, y no la defensa de su país. No puede, por supuesto, negarse que la Ucrania occidental es muy europeísta, pero de ahí a morir por Europa o su "perspectiva" va un trecho larguísimo, sobre todo teniendo en cuenta que la inclusión de Ucrania en la UE es un proceso que llevará años, si no décadas. Por eso estoy seguro de que más de un ucraniano se ha sorprendido al enterarse de que ellos están combatiendo por Alemania, Francia o Italia, y no por Ucrania. En realidad, me parece a mí, lo que la mujer de azul y amarillo hizo fue decir una evidente pero hermosa mentira con objeto de animar a los estados de la Unión a acoger con calor la candidatura ucraniana a integrarse en el club. Está claro que, para ella, el fin justifica la falsedad.

De la otra frase: "Queremos que vivan con nosotros el sueño europeo", puede decirse también otro tanto, pues ese "queremos" da a entender que los europeos estamos deseando acoger a Ucrania en nuestra asociación, y eso dista mucho de ser una generalización aceptable. Todavía estoy por conocer una encuesta a nivel de la UE que muestre un mayoritario e inequívoco deseo de que tal cosa ocurra. ¿Quién ha autorizado a Von der Leyen a hablar por boca de todos los demás? De hecho, cualquier persona medianamente informada sabe que, hoy por hoy, la entrada de Ucrania en la Unión sería una carga económica desastrosa -si no insoportable- para los actuales miembros; y si nos preguntasen nuestra opinión en referéndum quizá alguna se llevaría una sorpresa... O no.

Aun así, lo irónico de esa frase es que, creyendo acaso doña Úrsula que enunciaba otra bella y memorable pieza retórica destinada a conmover nuestros corazones, no sabía cuán cierto era en realidad lo que decía, si bien diametralmente opuesto a lo que pretendía decir. Y es que la Unión Europea podrá ser, si se quiere, un proyecto bonito, edificante e incluso bienintencionado, podrá promover unos valores elevados y tener unas aspiraciones humanas y económicas todo lo ambiciosas que se diga (virtudes todas ellas que yo, desde luego, estoy muy lejos de concederle), pero cada vez es más difícil no darse cuenta de que, en realidad, esa Europa no es nada más que un sueño; un sueño que, además, está convirtiéndose para algunos -y me incluyo entre éstos- en una auténtica pesadilla. Si eso es lo que queremos que vivan con nosotros los ucranianos, no les arriendo la ganancia.

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