Durante los últimos meses, los líderes, periodistas, políticos y élites de todo occidente están repitiendo a menudo esta expresión: "Un orden internacional basado en reglas".
Aunque el término se acuñó al acabar la Guerra Fría, ha saltado a la actualidad cotidiana tras el reconocimiento por parte de Moscú, el 21 de febrero de 2022, de las RR.PP. de Lugansk y Donetsk como estados independientes, y ha llegado a todos los rincones del planeta, resonando a lo largo y ancho de todo el occidente colectivo desde Alaska hasta Nueva Zelanda. En particular, esta consigna la repiten con especial frecuencia tanto el dudosamente legítimo 46º presidente de los Estados Unidos de América, José "Bocazas" Robinette Biden, cada vez que se encuentra delante de un micrófono, hasta esa cyborg globalista y loro de la Casa Blanca que es la señora Ursula von der Leyen, actual presidenta de la Comisión Europea. “Debemos congregarnos en torno a un orden internacional basado en reglas”, eructan cada día los altavoces de nuestros televisores y dispositivos electrónicos; “Aspiramos a un orden mundial basado en reglas”, leemos en todas las terminales mediáticas propiedad de los heraldos de dicha divisa.
Y desde luego suena bien (como no podía ser de otro modo habida cuenta la habilidad de esa gente para idear y presentarnos bonitas frases que acarician el oído y encandilan la mente). El orden internacional basado en reglas… Hmm… A primera vista, uno sólo puede pensar: “Claro que sí; ¿por qué íbamos a desear nada diferente?” Siempre que pensamos en “orden”, subconscientemente contrastamos esa idea con su contraria: caos; ¿y quién quiere el caos? Luego está lo de “internacional”, que suena también la mar de justo: queremos el orden no sólo para nosotros, sino para todas las naciones del mundo. ¿No es generoso por nuestra parte, los occidentales? Aspiramos a traer el orden a todo el planeta; y no un orden cualquiera, no, sino uno basado en reglas…
Pero… espera un momento… ¿Reglas?
Conociendo como conozco a estas élites globales y la casta de políticos que padecemos, y crítico que soy por naturaleza, la primera vez que escuché la mentada expresión lo que pensé fue: “¡Menudos farsantes! Ya nos vienen con otra muestra de su hipocresía.” Pero hace tan sólo unos días me di cuenta de lo equivocado que estaba esta ocasión. Y lo admito humildemente: por una vez, esta gente estaba diciendo la verdad. Así que les pido disculpas.
En efecto, tras escuchar a un sagaz analista político de la prensa censurada, comprendí de pronto el verdadero significado del grupo semántico “basado en reglas”. Es decir: no basado en la justicia, la equidad o incluso la ley, como sería realmente deseable, sino en las reglas. ¿Se dan cuenta del detalle? Exacto: aunque en principio la idea suena muy agradable, en cuanto le damos un par de vueltas advertimos que, al contrario de lo que ocurre con la justicia (un concepto universal y natural que llevamos en los genes), ¡las reglas son totalmente arbitrarias! Este orden que quieren traer -o, mejor dicho, imponer- al mundo entero está basado en reglas, sí; pero ¿de qué reglas se trata? ¿Y quién las dicta? Pues evidentemente EE.UU., custodios únicos, por la gracia de Dios, de toda la verdad, justicia, equidad y legitimidad que haya o pueda haber no sólo en el planeta Tierra, sino en el universo entero y hasta más allá. (El mundo, ya ve usted, es de ellos.) Y a quien no le gusten esas reglas (que, por cierto, pueden cambiar -y de hecho cambian- cada vez que convenga a los intereses de los amos), pues mala suerte: todo el poder político, social, económico y militar que sea necesario recaerá sobre el disidente hasta que se atenga a ellas, cuyo único y verdadero objeto es el de conservar, en tanto nuestra civilización exista, la hegemonía global y única de los Estados Unidos de América, amén.
Alguien bastante más agudo que yo lo ha puesto en estas palabras: "El orden internacional basado en reglas consiste en que EE.UU. dicta las reglas y el resto del planeta obedece las órdenes".
Este, y no otro, es el significado de esa consigna. No permita que el atractivo canto de sirenas lo engañe.
Verticales