El 1 de octubre de 2017, el Parlamento de Cataluña aprobó la declaración ilegal e inconstitucional de independencia. Puigdemont y sus secuaces acababan de cometer un golpe de Estado. Calles repletas de odio, de quema de banderas, de gritos contra el Estado y de insultos.
Ese mismo día, el Gobierno de Rajoy suprimió el Parlament y convocó elecciones anticipadas, quedando destituido todo el Govern.
Días más tarde, el 3 de octubre, S.M el Rey, compareció ante todos los españoles, donde aseguró que "desde hacía tiempo, determinadas autoridades de Cataluña, de una manera reiterada, consciente y deliberada, han venido incumpliendo la Constitución y su Estatuto de Autonomía, que es la Ley que reconoce, protege y ampara sus instituciones históricas y su autogobierno".
"Han vulnerado de manera sistemática las normas aprobadas legal y legítimamente, demostrando una deslealtad inadmisible hacia los poderes del Estado. Un Estado al que, precisamente, esas autoridades representan en Cataluña", agregó.
Y cinco años más tarde, aún vemos secuelas de lo ocurrido, como el otro día en el homenaje a las víctimas de los atentados del 17A de Barcelona y Cambrils, en el que un grupo de independentistas, boicotearon el acto y jugaron con el sentimiento de los familiares y de las propias víctimas.
Y el aún más vergonzoso indulto que el Gobierno concedió a los golpistas que se encontraban en prisión y que, a día de hoy, pasean por las calles como si nada. Pero ese indulto no recayó en todos, porque hay algunos que huyeron lo más rápido posible del “Estado opresor”.
Lo que más risa da no es que se crean ya un “país independiente” o que vayan independizando como les da la gana, como la ‘Catalunya del Nord’ (Francia) o los ‘Països Valencians’.
Todavía recuerdo esa frase del ‘liberal-comunista’ (tal y como dijo) Jaume Asens de En Comú Podem, cuando dijo que “Cataluña es una gran nación”, y que, al ser preguntado por Inés Arrimadas, "¿Y Andalucía?", "Andalucía también", le respondió Asens. Pero vaya, cuando Arrimadas le preguntó por Murcia, “no es una nación”.
El Gobierno no solo ha pasado a indultar a personas que han dado un golpe de Estado, que han fracturado la sociedad de Cataluña o que, cuando imputan a un alto cargo independentista, llaman a la Justicia “Estado opresor”. También se plantea indultar al que ya podemos llamar corrupto Griñán. No porque lo diga yo: porque lo dice la propia justicia, aunque en boca de los miembros del PSOE, se trata de una “condena injusta” ya que es un hombre “honrado”. Mire, no: si roban dinero público, son ladrones y corruptos. Si falsificas documentos es un delincuente, pero si robas a quienes te han elegido presidente eres un sinvergüenza y un caradura.
Lo que sí es injusto es todo el dineral que ambos robaron a los andaluces, 679 millones para ser exactos. Dinero que ha salido de las arcas de la Junta de Andalucía, del bolsillo de todos los andaluces.
El indulto es una herramienta válida para este Gobierno, ya que puede utilizarla por puro interés. Por ejemplo, para el indulto de Griñán o para sacar de prisión a los golpistas y “establecer” relaciones independentismo-Gobierno, como el que ya vimos en la “mesa del sometimiento”.
El hecho de que el Ejecutivo utilice el indulto para que un exPSOE se libre de prisión tras haber cometido delitos muy graves, y sobre todo en política, es de vergüenza. En un Estado ‘normal’, un Gobierno no haría estas cosas. Y luego dice Sánchez que el PSOE es socialista, es denigrante contra los ciudadanos. Alemania, Finlandia y Suecia sí son socialistas; España no.