Con la muerte de Gorbachov acaba una figura que representó las libertades del nuevo mundo, un mundo que ha evolucionado hacia la decadencia. Muchas de las libertades han acabado, otras por ende se han construido desde una nueva moral social, algunas absurdas, otras, aquellas que visualizan la diferencia como algo no limitante ni de exclusión social, son sin duda un avance.

Pero en esta nueva moral hay una marcada decadencia de la sociedad. No se puede negar al nuevo ecologismo diciendo lo que podemos comer o no o la negación a la energía nuclear como una fuente limpia de energía, no se puede negar la guerra en Europa, la caída de las libertades en Estados Unidos con la llegada de Trump.

El comunismo ha dejado de existir, las secuelas son el nacimiento de nuevos populismos de izquierdas. La derecha ha dejado de ser la alternativa de lo que eran posicionamientos llamados progresistas, que también han hecho mucho en el mundo occidental. Pero este progresismo se ha quedado en la moralina, en decirnos lo que debemos o no de hacer, lo que nos puede dañar, lo que puede estar permitido o no. El nuevo régimen del mundo occidental limita la libertad. En base a los derechos de los trabajadores se crean nuevas leyes que quitan la seguridad de sus trabajos, se confunden los empleos precarios con la caída del paro.

La propiedad puede ser ocupada sin ninguna posibilidad de recuperarla, saltan anuncios de alarmas. Ya ni la casa de uno es un lugar seguro. Nos salva la radio y el periodismo de la prensa escrita y el rigor de alguna cadena de televisión que aún no ha caído en programas de opinión o entretenimiento que nos llaman tontos a la cara.

Hay una incongruencia entre la nueva moralina y los anunciantes, se nos presentan empresas que nos llevan la comida a casa como hamburguesas o pizzas, comida rápida que contradice la nueva doctrina de que nos hagamos todos vegetarianos.

Y es que detrás de esta moralina hay intereses económicos, la creación de un nuevo orden donde la nueva economía pueda funcionar desde el ecologismo al cambio climático, o a la inteligencia artificial.

Ya no somos libres cuando usamos el teléfono, ni cuando navegamos por internet, las personas estamos controladas y así se nos chantajea desde el poder. Se empieza a tener miedo de los medios que usamos para comunicarnos. Se están convirtiendo en un monstruo contra nuestra libertad. Hay cámaras en las calles que vigilan todos nuestros movimientos.

Existe una lucha entre los poderes por conseguir el pedazo mayor de la tarta en juego que es sucia y denigrante. La política se queda en las acusaciones falsas, en la destrucción del adversario hasta llegar al punto de gravar las conversaciones y sacar videos del contrario, hasta por unas simples cremas para destruir a la persona.

Se quiere terminar con todos los valores que se fueron creando desde el fin de la segunda guerra mundial, en los que cabían los filósofos y los intelectuales. Se quiere hablar de un libro por el que te llaman para intervenir en un programa de televisión y se usa a la persona sin pagarla. Y claro ya los pensantes dejan de intervenir y en vez de lo escrito queda “yo he venido a hablar de mi libro” para ridiculizar.

Ahora sólo se entretiene en la televisión. ¿Quién lee a los clásicos? Un muchacho quiere dedicarse a las letras tras la excelencia de su nota al acabar el bachillerato y este monstruo vacío de las redes sociales se le echa encima.

La matemática gana valor sobre el arte, el pensamiento literario o filosófico. Perderemos más valores si dejamos nuestro devenir en los números. Ahora todo se resuelve con una gráfica. El tiempo gana un protagonismo para asustarnos, decirnos cuando podemos viajar o adónde.

Estos nuevos tiempos son el inicio de la guerra en Europa, de las mafias de la inmigración o el tráfico de seres humanos, que desde los esclavos africanos en Estados Unidos no habían existido. Ahí la mafia era el propio estado, porque algo hemos avanzado. Los estados decadentes hacen bien en luchar contra las mafias, es otro de los avances que se ha producido en el mundo occidental. 

Por otra parte, esta sociedad decadente quiere el cambio de la historia: en los libros, en el nombre de las calles, en el derribo de las estatuas. La nueva moralina quiere partir de cero, en su lucha inagotable contra el pasado.

La solución la dará una gran crisis mundial que nos haga reaccionar a todos. Es una pena escribir esta frase. El líder ruso que hacía anuncios de pizzas americanas ha muerto. Viejos tiempos de libertad y de lucha hacia el avance. Las sociedades cambian en el fin de la decadencia hacia algo nuevo que tardará tal vez algún siglo en llegar.

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