Nadie en España habló tan libremente de su condición sexual como Miguel Bosé. Ni nadie como él de la desastrosa vacuna Covid. Salvo Victoria Abril. La inyección sumada a la extracción del fisco forman en España un cerco mortal. Ya se trabaja gratis para Hacienda durante 200 días al año. No tardaremos en alcanzar el ideal de Pedro Sánchez: Corea del Norte. Los empresarios huyen hacia el extranjero, no en pateras. Pero al tiempo.

La Hacienda española, para aparentar justicia social, persigue con mórbido escrutinio a los famosos. No solo a Miguel Bosé. Antes, a Lola Flores. Ahora, a Isabel Pantoja y a Shakira. ¡Qué delicioso escaparate! No obstante, deja terribles asociaciones y simpáticas secuelas. ¿Quién al pronunciar el nombre de Agencia Tributaria no asocia a Montoro con Drácula?

Yo no sé si mis versos son versos. A veces, el "ego transcendental" se me desmorona y despierta prosaico como una cuenta bancaria. La cuenta bancaria, antes, pertenecía a la física clásica. Ahora es tan experimental como el gato de Schrödinger. 

Las democracias occidentales se han vuelto tan raras como el gato mencionado. Están vivas y muertas a la vez. Las urnas electorales están vivas cuando el pueblo vota, pero muertas cuando las recuentan los algoritmos de las élites. Esto ha sucedido en EEUU y en Brasil durante la primera vuelta. 

En la modernidad, las masas de las que hablaban Ortega y Gasset y Platón cada vez son menos importantes para el triunfo electoral. Cuando votan, son útiles, pero no decisivas. "El voto al water", proclamaban los anarquistas españoles. Los desagües les dan la razón.

Con tanta cuántica he mareado lector. Si de semejante estado se ha salvado Miguel Bosé, feliz él. Beatus ille.

Feliz quien con firme moral

combate las dos malarias:

las agencias tributarias,

la Reserva Federal.

Feliz aquel que yaciera

en un prado solitario

y sin pasto intermediario

pace en paz la primavera.

Feliz quien con la fama

de la Piara de Epicuro,

al Jardín no pone muro

y entre el ruido halla la calma.

Feliz quien contra el artista

de la vacuna científica,

en Flandes puso la pica

sin la soflama sofista.

Feliz quien sin subvención

del gobierno de las gentes

no cantó para sus clientes

y fue un libre ruiseñor.

Feliz quien hace infeliz

al más débil y al más fuerte

pues ambos desean la muerte

del poeta al escribir.

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