Viena siempre ha sido una ciudad que ha alimentado mi espíritu, motivo por el que no me pierdo cualquier documental que se atraviese en mi camino. El último destaca por el paseo en bicicleta de una joven vienesa que abusó en todo momento de belleza, ternura y encanto.

Con su bicicleta roja, cestita de mimbre delantera incluida, esta Sissi del siglo XXI recorrió con bastante serenidad parte de la capital mundial de la música para que el espectador quedara atrapado por su hechizo y por los jardines, edificios, palacios y ese Danubio no demasiado azul pero extremadamente majestuoso.

Me desconcertó que la emperatriz ciclista no hiciera el caballito con la bicicleta emitiendo un berrido, ni que circulara por encima de las aceras, se detuviera en los semáforos en rojo, bajara de la bicicleta en las zonas peatonales y no infringiera ninguna señal de dirección prohibida. ¡Qué raras son las vienesas!

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