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Subrogación: la punta de un iceberg

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Que la yema del dedo nos deje ver la luna que señala. El asunto de la subrogación, con sus múltiples aristas no nos deja ver uno más grande que es el derecho a la maternidad y la paternidad biológicas. Aunque debiéramos precisar en el falso derecho.

La paternidad y la maternidad biológicas no son un derecho, sino una capacidad. Una capacidad fisiológica y una capacidad psicoafectiva que implica una responsabilidad sobre el bebé. Sobre la segunda ya tenemos leyes que en el caso de no cumplirse pueden llegar a la retirada de la custodia del menor.

En el caso de la incapacidad fisiológica, la adopción era la única posibilidad de lograr la maternidad o paternidad hasta finales del siglo pasado.

Para procrear un bebé se necesita un espermatozoide, un óvulo que sea fecundado por éste y un útero que lo contenga y proteja durante su desarrollo hasta el momento de nacer.

La ciencia poco a poco ha ido resolviendo los problemas técnicos primero con los tratamientos de fertilidad y luego siguió avanzando y desarrollando técnicas como la inseminación artificial y posteriormente la inseminación in vitro. Así, ayudaron a muchas parejas heterosexuales con problemas a poder realizar el deseo de tener hijos biológicos.

Como todo, estas posibilidades fueron fruto de mercantilización. Y con ello la búsqueda de nuevos nichos de negocio. Primero con las parejas de lesbianas. Luego con las mujeres que no tienen pareja. En nuestro país la Seguridad Social les ayuda con varios intentos gratuitamente.

El problema surge con las parejas de homosexuales y con los hombres solteros. Y también aquellas mujeres que no quieren o pueden pasar por un parto, por los motivos que sean. Es cuando surgen los "vientres de alquiler" o la paternidad-maternidad por subrogación.

Aquí tenemos muchas aristas. De entrada, resolver el problema de las adopciones, su agilización y lo más importante lograr darles una familia a los numerosos niños que hoy en día siguen viviendo en orfanatos.

En el caso de las fecundaciones in vitro, hay en origen un problema colateral añadido, que se suele obviar rápidamente, que son los embriones sobrantes congelados.

Luego hay un problema de coherencia. La opción sexual es libre y cuando se opta por la homosexualidad o el lesbianismo uno sabe que no va a poder tener hijos bilógicos naturales. No es el caso de las parejas heterosexuales que tras ser pareja descubren que tienen una dificultad para ello.

Si obviamos esta falta de coherencia, nos surge un problema de "machismo inverso", pues los hombres están marginados por su falta de útero a las posibilidades que las lesbianas y las mujeres solteras tienen.

Para redondear el problema hay otra discriminación económica pues sólo los hombres con dinero y aquellas mujeres con dinero y que no quieren estar embarazadas pueden recurrir a la subrogación.

Añadir el tema del trato de las "donaciones" de semen y de óvulos, estos no son órganos. Por lo tanto, se permite su tráfico y comercialización-mercantilización. Además, muchas veces sin explicar, en el caso de las mujeres, que la sobreexcitación para producir óvulos puede traer consecuencias futuras para su propia fertilidad.

Continuando con el problema del tráfico de órganos. Un cigoto, en realidad y desde una perspectiva biológica, es una "fábrica de órganos" que en su conjunto y al terminar su desarrollo es un ser humano. Y resulta que con estos se puede traficar.

Como si fuera poco, ahora surge la "moda" de la coparentalidad. El ser "copadres" y "comadres", cuando dos personas, y a veces más de dos, entre los que no existe relación sentimental deciden tener un hijo y criarlo en común.

No podemos olvidar que los bebes son personas y que se debe preservar su anonimato y sus derechos.

Ya ven que el debate de la subrogación o alquiler de vientre es sólo la punta de un enorme iceberg y negocio.

Nuestros legisladores antes de seguir poniendo parches debieran sentarse, junto con científicos (biólogos, médicos, psiquiatras y psicólogos), filósofos y miembros de las distintas religiones, y consensuar una gran ley que regule todo esto berenjenal.

No debemos olvidar que la deontología es una rama de la ciencia que cada vez hay que tener en más en cuenta. Estamos a un pequeño paso de empezar a cumplir distopías de ciencia ficción que no auguraban, en su momento, un futuro humano y humanizado.

Por último, la paternidad y la maternidad tienen más que ver con la realidad existencial que con la transmisión del material genético. Quienes se ocupan de los niños, quienes los aman y los cuidan, quienes los alimentan física y emocionalmente y los preparan para una vida sin ellos mismos, esos son quienes verdaderamente constituyen las figuras paternales o maternales.

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