Quién promete qué

Otto von Bismarck.

Ante las próximas citas electorales conviene reflexionar sobre qué tipo de Estado queremos. ¿Qué tipo de Estado promueve, digamos, un "listillo" y qué tipo promueve un político diligente?

Citemos un ejemplo menos conocido. Pensemos en un logro social y necesario, la invención del seguro de pensiones. Corría el año 1889. No estamos hablando ni de Marx ni de Lenin. Fue Otto von Bismarck quien lo instituyó, pero fijando el derecho de devengo a partir de los 70 años. Como la esperanza de vida en Alemania rondaba por entonces los 40, todas las cotizaciones de quienes no alcanzaron esa venerable edad -una mayoría- terminaron engrosando el presupuesto del Estado.

En esto Bismarck fue un adelantado y también un "listillo". Precisemos que por entonces se daba por hecho que la Administración se inmiscuía en la vida del ciudadano sólo cuando era necesario. Hoy, sin embargo, es al revés: el Estado interviene siempre que puede, ante todo, incrementando los impuestos. Después, allí donde barrunta un problema echa un millón, o dos, o más. Pero con truco: consiste en que esas supuestas ayudas se las cobra generosamente de nuevo por vía fiscal dejando lo mínimo posible en el bolsillo del burlado beneficiado.

A Bismarck "el listillo" el Estado actual le hubiera encantado de seguro. Así va batiendo récords de ingresos con facilidad y plena justificación. Ahora bien, ¿no debería el Estado volver a su papel original, el de ser un prestatario de servicios que no resuelva sólo él los problemas de sus ciudadanos, sino que les ayude a resolverlos a ellos mismos? Claro que eso exigiría de los políticos que aspiran a regentarlo adelgazar la Administración a lo pertinente, ajustar el gasto a lo necesario y bajar los impuestos en vez de realimentarse con ellos.

En fin, apoyar a ciudadanos libres en vez de pretender amamantarlos en su cuna. Eso sin gastar cada vez más en un sistema escolar que cada vez ofrece menos, sin aceptar que los delincuentes no sean castigados sino beneficiados, sin financiar asociaciones y grupos que proclaman su odio a España y a su Estado, sin controlar los flujos migratorios de forma racional, sin tolerar a okupas invadiendo impunemente pisos y casas…

Decía Orwell que un sistema totalitario se reconoce por una inversión progresiva en la que lo absurdo se va volviendo real y la realidad se va volviendo absurda. Ante las próximas elecciones, ¿quién promete qué?