Opinión

Sic Transit Gloria Mundi

La portavoz de Ciudadanos en el Congreso, Inés Arrimadas, tras la rueda de prensa ofrecida este jueves en el Congreso para anunciar que deja la política, junto al diputado Guillermo Díaz.

La portavoz de Ciudadanos en el Congreso, Inés Arrimadas, tras la rueda de prensa ofrecida este jueves en el Congreso para anunciar que deja la política, junto al diputado Guillermo Díaz.

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El pasado 30 de mayo fue un día triste para la democracia en España. Un día triste no por la inevitable defunción de unas siglas partidistas o por razones de ideología. Fue un día triste porque se cierra definitivamente la puerta a lo que pudiera haber sido. La promesa de Ciudadanos iba más lejos que su ideología liberal, sino que anunciaba un sistema en el cual cada español podría describir sus afiliaciones políticas y decisiones en las urnas en multicolor en vez de en monocromo.

La decisión tomada por el partido es comprensible, las recientes elecciones han dejado claro que nuestra presente situación no nos permite el lujo de una tercera fuerza política centrada y liberal como si permiten las circunstancias en muchos de nuestros vecinos europeos. Tal vez sea la vena de historiador que reside en mí como estudiante de tal noble arte, pero parece esencial descubrir en que momento tomamos como país este sendero que nos ha llevado a una política de bloques que, bajo diferentes siglas, caras y mensajes, representan ideologías mal entendidas como simple oposición cuando no negación de lo que piensa el otro, el de enfrente, el diferente.

Para demarcar el génesis de nuestra presente encrucijada deben permitirme un breve retroceso ya que a estas alturas del articulo no he hablado aun sobre el enigmático título del mismo. Dicha frase nos recuerda que la gloria es fugaz y que como demuestran las tumbas sobre las cuales suela estar escrita, es inútil intentar aferrarse a momento transitorio. La negativa de Albert Rivera de hacer a Pedro Sánchez presidente cuando la aritmética parlamentaria se lo permitía en busca de incrementar un resultado ya importante, es ejemplo de un momento glorioso que no se debería haber desperdiciado. No está del todo claro que paso por la mente del que iba a ser la estrella del liberalismo español, que le cegó a la realidad política que existía entonces. Sánchez entonces no era el presidente que ahora conocemos y algunos despreciamos, aun era posible salvarlo de sus peores instintos y caminar con el por una senda constitucionalista y centrada. En un reciente video Pedro J., director de EL ESPAÑOL y confeso liberal, depositaba gran parte de la responsabilidad de este error a los pies de aquellos que deberían haber aconsejado a Rivera que era mejor pactar que jugarse lo ganado en una arriesgada segunda vuelta electoral.

Tal vez esas voces razonables existieron en el seno de la directiva de Ciudadanos, pero claramente o no convencieron o su oposición fue más vehemente y convincente. En fin, de esos polvos estos lodos. La necesaria caída de Rivera, que se produjo no cuando se negó a aplicar los principios liberas de ser fuerza por la gobernabilidad del estado sino después de su derrota terrenal demuestran claramente la tendencia que ha llevado a Ciudadanos a su presente crisis. En vez de ejercer de alternativa a los partidos tradicionales y poner el bien nacional por encima del partidista, Ciudadanos en 2019 demostró síntomas de haberse contagiado de la política realista (aquí peyorativo) y la enfermedad ofuscó la verdadera razón por la cual 4 millones de españoles votó al partido. Estos votantes eran ambos del PSOE y del PP, de izquierdas y de derechas, buscaron en Ciudadanos no un competidor a sus antiguas casas políticas, pero si una forma de hacer valer su voto para promover un gobierno sostenible y mayoritariamente aceptable.

El error fue de Rivera, las sucesivas directivas del partido han podido solo retrasar la llegada de la catástrofe hacia la cual el anterior capitán había dirigido al partido. Muchos criticaron a Inés Arrimadas por liderar el partido durante su descomposición y seguro que con la ventaja de la mirada retrospectiva se encontrarán decisiones equivocadas y crisis evitables. Aun así, la principal diferencia es que el votante de Ciudadanos en 2019, al depositar su voto, sabía que tenía que hacer el partido y la directiva olvidó, el votante de Ciudadanos desde entonces se ha encontrado en un limbo de dudas naturalmente reflejado en la dirección del partido. Hoy nos encontramos pues con a la antítesis de 2019, un partido derrotado por nuestro contexto político y por sus decisiones históricas aun así un partido que ha reconectado por fin con sus votantes. Ciudadanos ha entendido que lo que requieren de él sus votantes no es apostar en otras elecciones sino dar paso a una alternativa creíble para desplazar a Sánchez de la Moncloa. Los eventos de hoy podrían verse como un final triste a la aventura de Ciudadanos, pero sería más acertado clasificarla como una tragedia griega en la cual hemos sido testigos de un éxito inicial eclipsado por su peripecia de 2019, su única gracia salvadora es la honorable decisión de dar un paso atrás y permitir la concentración del presente ímpetu político para sacar a Sánchez y sus indeseables aliados del palacio de la Moncloa.