Existen personas que creemos en el honor y el buen nombre, y este es el motivo de este escrito, reparar algo pisoteado y maltrecho desde hace ya casi un decenio. 

Mi nombre es Luis Munar Durán. Hace ya bastante tiempo, allá por 2012, en lo que un "periodista" (Antonio Pampliega) denominó, y cito literal, "Bienvenido a la fama". Aparecí en prensa a través de una publicación de este individuo, en cuyo rescate de Jabat Al Nusra (Al Qaeda) participé, a través de AFP, e incluso recogido en otras publicaciones y medios.

Precisar varias cuestiones en cuanto a mis apariciones en los medios, porque es de justicia. Jamás salieron de mi boca las palabras "exoficial de inteligencia", no soy periodista, los "profesionales" sabrán si ese título atrae más público. En segundo lugar, sí, estuve en el conflicto sirio entre 2012 y 2015, y por este orden, sirviendo a mi Patria, al mundo de bien y desafortunadamente, tratando de enriquecer mi currículum (edadismo), tras abandonar en 2010, por cuestión de principios la vicepresidencia de una aseguradora. Estuve "embutido", como dicen ahora, en una brigada rebelde moderada (Faruk Al Sahmal), no confundir con la del salvaje que se come el corazón de un muerto.

Fui herido en Alepo, me tocó participar en batallas para obtener información (para poder liberar a Marginedas y compañía en la primera tanda, (ISIS) y Pampliega y compañía en la segunda (Jabat Al Nusra), entre otras muchas misiones en las que tuve que participar (conservo información gráfica/audio, vídeo y escrita). Como trabar "amistad", y tener después que negarlo, por instrucciones del CNI, con uno de los procesados del 11-M, allí en Siria, ante nuestra policía nacional, en Valencia y después en Canillejas, Madrid (millón de perdones a Iñaki y compañía, extraordinarios profesionales. Que suerte tener esta policía). B. Ghalyoun, es el nombre del sujeto, salafista, criminal, y después de mi estancia con él, puedo afirmar sin dudas, aunque no soy espía profesional, que es líder de ISIS. Y se salió de rositas, porque un testigo se desdijo de su testimonio en aquel "macrojuicio". Traté de compensar, o a mi forma de ver, que este sujeto pagara el daño hecho a esas 200 familias, pero no se me autorizó, y siempre disciplinado acaté la orden, pero mentiría si no dijera que en aquel momento me avergoncé de ser español.

Nunca fui agente del CNI, fui un colaborador. Ni siquiera eso, sería una historia muy larga. Fui, sin duda alguna, "carne de cañón" en la época del presidente Rajoy. 

Cuando "me quemaron", como un clínex, al suelo y pase a ser un "tiñoso", "leproso" social por los que en su ignorancia puse en juego mi vida (nunca fui legionario, pero siempre apliqué el Credo a mi vida), amigos, conocidos, familia y además mi número de enemigos creció exponencialmente. Discúlpeme, pero casi 10 años después de haber arruinado mi vida, no me viene a la mente otro pensamiento.

¡Cuán atrevida y letal es la ignorancia! Fui un simple soldadito español, fiel al juramento prestado en el antiguo CIR 7, en Rabasa en diciembre del 82, y con objeto de no implicar a mi ejército en aquello que iba a hacer (alférez reservista) solicité la baja. 

Después, aunque son de 2020, se me aparece en la red, en Infobae, como el señor Pampliega me difama, me ultraja, señalando que yo era un mercenario (jamás cobré) y que entrenaba a radicales. 

Desafortunadamente, no soy mal abogado. Y en su momento lo hice mucho mejor que todo el equipo de letrados del Ministerio de Defensa del en aquel entonces ministro don José Bono. El plazo para interponer una querella contra Pampliega había prescrito.Tuve que soportar opiniones infundadas, envidias, de aquellos por los que no solo me batí en juicio contra Iu Forn, sino también a tiro limpio en las calles de Alepo, Homs e Idlib. ¿Para qué?

TEPT diagnosticado (trastorno de estrés postraumático), lesión cerebral que encontraron años después de aquel evento en Alepo, desprecio, indiferencia, y lo peor de todo, mi nombre y mi honor manchado. Desde mi regreso, no encontré ningún trabajo, "el mal de las redes" y el "edadismo", y tuve que hacer las américas, en condiciones casi de esclavitud, trabajo mileurista y una cotización miserable, para una jubilación miserable. Había que aguantar.

Lo único que pretendo es que se limpie mi honor, todavía creo en eso y para mí es lo más sagrado.

Como dice el Salmo 142, hace años que dejé de sentir interesarle a alguien, y aunque sí regué con mi sangre la arena ardiente (Alepo) y cumplí todos los mandamientos del credo legionario, no pretendo más que justicia a mi buen nombre y ningún lugar mejor que en su diario. 

Siempre fui un católico practicante, y ante Dios estoy sin mancha, continuo siendo persona de valores y principios, coherente, y me gustaría antes de abandonar este mundo que se hiciera justicia a mi nombre.

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