Votar conscientemente y sobre aviso

Una persona depositando su voto en una urna, en imagen de archivo. EFE

"Ensauvagement" significa en francés asilvestrarse, caer en el salvajismo. Así se refiere Francia a su delicuescencia social. Desde 2015 se han sucedido en Francia la desestabilización institucional causada por los atentados jihadistas, los "chalecos amarillos" como denuncia rabiosa del abandono de las zonas periféricas, las protestas radicales contra una reforma de las pensiones que ha desvelado la ansiedad de las clases medias ante el empobrecimiento, y el violentísimo levantamiento descontrolado de los "suburbios" evidenciando la rebeldía de una sociedad desintegrada que se gobierna lejos de las leyes del Estado. España no sufre -aún- estos males.

Ahora bien, el crecimiento de Francia ha sido nulo, su riqueza por habitante es inferior en un 15% a la alemana, su deuda pública ha explotado hasta los 3000 millardos y la privada iguala un 146% del PIB, su balanza comercial es deficitaria en un 7%, los ingresos de un sorprendente 70% de la población se apoyan en mayor o menor medida en las ayudas sociales, un Estado elefantiásico monopoliza el 58% del PIB sin ser capaz de atender a sus obligaciones soberanas básicas, y nadie se declara firmemente dispuesto a invertir la dialéctica del enfrentamiento y el odio. Algunos, como la izquierda radical de La Francia Insumisa, de hecho la azuzan sin descanso. Aquí, en las raíces, sí encontramos puntos comunes con España, salvando las diferencias.

La cordura de los partidos políticos españoles debe prevalecer para no transformarnos en un sucedáneo francés. Y el 23-J, la de los votantes. Para ello esos votantes han de separar la realidad de la imaginación, la cordura de la esquizofrenia. El trastorno mental que dificulta diferenciar lo que es real de lo que no lo es se diagnostica en las personas que difunden creencias falseadas que no tienen base en la realidad o que afirman haber visto o escuchado cosas que no han ocurrido. Son sujetos esquizofrénicos que requieren cuidados y tratamiento.

Diferente es el caso de las personas que, estando plenamente cuerdas, disfrazan la realidad negando haber dicho y hecho cosas que sí han ocurrido, o difunden creencias fantaseadas que se asientan en la base de su imaginación. Éstos son simplemente mentirosos que requieren ser desnudados como tales. Ambos tipos humanos son dignos de comprensión y compasión, pero a ninguno de los dos se les ha perdido nada en la política, pues ninguno es ni fidedigno ni fiable. El 23-J podremos separar a los unos de los otros.