A propósito, he dejado pasar unos días para ver si alguien se acordaba de este centenario. Es cierto que ocurrió en plena recuperación de la resaca sanferminera. Y de la saturación del primer centenario de la visita de "papito" Hemingway a la vieja Pompealo y sus ancestrales fiestas. Estos sanfermines han sido una saturación del cronista, escritor y vividor americano.

Por un lado, nos hemos aproximado a su compleja figura y se ha realizado un ejercicio de centrar sus estancias en nuestra ciudad, intentando desmitificar y limpiar de leyendas urbanas sus visitas. El esfuerzo de Miguel Izu y de otros muchos ha valido la pena. Y aún así, los mitos atraen más que la realidad.

En este otro centenario, el olvidado. Nos pilla un poco más lejos geográficamente. Sin embargo, padece los mismos síntomas, en donde el mito tergiversa la realidad. Y pocos quieren conocerla.

Era un 20 de julio, sobre las 8 de la mañana, nuestro protagonista iba de Durango con destino a Parral a una celebración familiar. No quiso montar su legendario caballo "Siete leguas" y puso manos al volante de su Dodge Touring 1922. Acabando la larga recta de Benito Juárez y en la curva con Gabino Barreda, hubo de aminorar la velocidad, momento que sus asesinos aprovecharon para acribillarlo a balazos.

Así murió, en el acto, José Doroteo Arango Arámbula. Este nombre a muchos no les dice nada. Ahora, si mencionamos su apodo de "El Centauro del Norte", algunos le pondrán su otro nombre: Pancho Villa.

La primera leyenda urbana es sobre sus últimas palabras. Recibió entre trece y dieciséis disparos, según diversas, fuentes, y murió en el acto. Por lo tanto, no pudo decir aquello de "no dejes que termine así, diles que dije algo importante".

La siguiente se la debemos al cine. Pancho Villa aparece en medio centenar de películas, la mayoría estadounidenses, y lo retratan pendenciero y borracho. Nada mas lejos de la realidad. Pancho Villa era abstemio. Su bebida preferida era un batido de fresas. Y es sabido que allí donde iba ordenaba cerrar los establecimientos que vendían bebidas alcohólicas.

En cuanto a lo de pendenciero, fue un hombre de su tiempo, que quiso formarse y aprendió a leer y escribir, y sus ideas políticas se resumen en impulsar la educación, lograr un trato justo a los obreros, repartir equitativamente en el agua, abolir la oligarquía y apoyar económicamente a huérfanos y madres solteras. Así lo describió el mismo en una de sus frases más delebres: "el país debe ser gobernado por alguien que realmente quiera a su gente y a su tierra y que comparta la riqueza y el progreso.”

Hay varias teorías sobre el origen del sobrenombre de Pancho Villa. La más extendida es que heredó el nombre del jefe de una banda de bandidos a la que se unió cuando fue declarado fugitivo tras disparar al terrateniente que violó a su hermana mayor. Banda que dejó cuando uno de sus compañeros asesinó a una persona.

Por cierto, su arma preferida era un Colt 45 modelo Bisley (se distingue por la empuñadura más larga, la espuela de martillo más ancha y el gatillo más ancho), por lo tanto, más fácil de manejar debido a su artritis crónica.

Se dice que el famoso grito de "¡viva Villa!", se utilizó para avisar si Pancho iba en el asiento de adelante o detrás, en función del número de veces que lo gritaba quien avisaba a sus asesinos.

La Revolución mexicana fue muy compleja. Su origen fue acabar con la dictadura de Porfirio Diaz, y duro casi una década, con multitud de traiciones, dejando entre 1.9 y 3 millones de muertos.

Los Estado Unidos de América intervinieron, primero derrocando a Madero y posteriormente con el desembarco en Veracruz, lo que provocó el ataque de Pancho Villa a la ciudad e Columbus en Nuevo México (EE.UU). De aquí surge la expresión gringo (green del color verde de los uniformes de los sodados de Estados Unidos y go, "vete". Además, es una de las razones por las que la industria cinematográfica tan mal a tratado a la figura de Pancho Villa.

También influyó en la música con la aparición de un estilo, los "corridos". Algunos de los cuales inspiraron a Diego Rivera para pintar sus famosos murales, y que en la actualidad han derivado en el subgénero del "narco-corrido".

Ya ven que los centenarios tienen su cara y su cruz, a pesar de su influencia en nuestra historia. Unos nos saturan y otros se olvidan. Aunque ambos son víctimas de leyendas negras y urbanas. Incluso, sufren la moda del revisionismo, al automóvil de Pancho Villa le han reparado gran parte de los 103 balazos que recibió porque los niños se asustaban al verlo hecho un queso gruyere.

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