Si vis pacem para bellum

Pedro Sánchez habla con soldados españoles, durante su visita a la base militar de la OTAN en Adazi (Letonia).

Invertir en defensa no es solo una cuestión presupuestaria, sino una práctica esencial para garantizar un sólido bastión de seguridad y prosperidad, salvaguardar nuestros intereses y proteger el futuro de nuestra democracia.



Ahora bien, para que este huerto florezca y resista los embates del viento y la lluvia, es fundamental una inversión estable y sostenida a medio y largo plazo. Imaginemos que decidimos plantar una semilla de tecnología militar y esperamos que florezca de inmediato. Sería como plantar un roble hoy y esperar que dé sombra mañana. No sirve un chaparrón repentino que lo inunde todo y luego desaparezca, sino un riego constante que nutra las raíces y fortalezca las plantas. Si pensamos en términos de inversión, es como construir un porfolio diversificado y robusto en el mercado de valores. La especulación a corto plazo puede generar ganancias rápidas, pero también puede llevarnos al borde del abismo en tiempos de incertidumbre. Por el contrario, una inversión sostenida en defensa y tecnología equivale a sembrar las semillas del progreso, que aseguran una base firme para enfrentar los desafíos futuros.



España ha vivido durante años a la cola de Europa en cuanto a gasto en innovación, con un modelo productivo bajo custodia compartida entre el turismo y la construcción. Entre otros, actores como la pandemia o la guerra de Ucrania, entre otros, han puesto en el centro del debate la necesidad de tener un capital industrial sólido, ágil y tecnológicamente soberano. Han sido muchos los actores públicos y privados que llevaban tiempo reclamando un cambio de modelo, y es ahora cuando, aun quedando mucho camino por recorrer, parece que se están sentando las bases hacia una España innovadora, tecnológica, que invierte en defensa.



Durante la cumbre OTAN celebrada en Madrid en junio del 2022, España anunció su compromiso de llegar progresivamente al 2% del PIB en Defensa. Así, en los PGE para el 2023, el presupuesto destinado al Ministerio de Defensa aumentó un 26,3%, respecto al del año anterior, siendo su denominado capítulo 6 "inversiones reales" un 60,9% mayor y a su vez incluidos en éste los "programas especiales de modernización" un 72,1% mayor respecto al año anterior. Este incremento del gasto público podrá y deberá suponer un cambio de modelo: de gasto a inversión, con foco en desarrollos nacionales o europeos y no en puras compras de productos a terceros. Si bien estas dotaciones son esenciales para mantener el apoyo a la industria nacional y capacidades defensivas a corto plazo, será en las decisiones venideras cuando debemos sembrar con visión, cuidar con paciencia y cosechar con determinación para garantizar un futuro próspero y seguro.



Porque cada recurso cuenta, cada inversión suma y cada decisión importa, no escatimemos en esfuerzos al invertir en la defensa de nuestro futuro, pues sus resultados, como flores y frutos, forjarán la prosperidad y la fortaleza del porvenir.



Garantizar la seguridad nacional, la soberanía tecnológica y la autonomía estratégica exige una dedicación firme y visionaria en el cultivo de nuestra capacidad defensiva.