El presidente del Gobierno, -¡a la fuerza ahorcan!-, finalmente nos ha enseñado su mano de mus: "No deja de ser una forma de tratar de superar las consecuencias judiciales de la situación que se vivió en España con una de las peores crisis territoriales que hemos vivido".

Mirando a la pareja adversaria afirma a renglón seguido: "no es la postura del PSOE", ¡a pesar de que todos sus seguidores y todos sus socios políticos afirman que sí, que están a favor de una amnistía ya! Ahora bien, esta vez la otra pareja ha pillado la seña: cejas arriba, dos veces, son dúplex sin juego. Si ha mentido, al abatir las cartas perderá la partida.

Al mus está prohibido mentir sobre lo que llevas en la mano. Pero si con su compi engaña bien al contrario antes de la 31, igual la gana. ¿Lleva cuatro reyes o dos pitos y dos caballos?

No ha hecho la seña en un momento cualquiera, no, sino durante una cumbre europea escoltado nada menos que por el presidente del Consejo y la presidenta de la Comisión, cómplices involuntarios e inconscientes de una encerrona. Actuaba con ventaja: al mus Ursula y Michel no saben jugar.

Va de engañar al contrario. Sin mentir. ¿Llevas juego? No, no llevo. El presidente niega con la boca chica, pero acoge con los brazos abiertos, las peticiones de una amnistía anticonstitucional asegurando que la Justicia no debió inmiscuirse en condenar delitos efectivamente cometidos y que la "crisis territorial" no tuvo su origen efectivo en sus autores materiales. Es mala mano, pero jugando de farol tiene un envite a pares.

Pero ¿por qué mostrarse tan comprensivo ahora, aprovechando el abrigo de un coro europeo del más alto nivel? ¿Es otro extraño "cambio de opinión"? ¿Es una última finta desesperada? Por desgracia, no. Es parte de un plan: echar el órdago antes de tener que jugar la 31. En su pareja, empero, no es Puigdemont quien se aprovecha de Sánchez -no lleva más que dos sotas y morralla-, sino Sánchez quien instrumentaliza a Puigdemont -el dúplex malo lo lleva él, ¡siendo postre!-.

¿Cómo jugar la mano de pares? Buscando con sibilina inteligencia el manto de la cobertura internacional, para despistar, mientras se respalda de hecho, aparentando hacerlo a regañadientes, una medida tan ilegítima como contraria a derecho, pero negociada con actitud consciente e intencional. Sánchez: ¡Diez más, que llevamos veintidós amarracos ganados y a ver si nos lo veis! Fijémonos pues en el órdago.

La amnistía no ha cambiado de sentido, es lo que ha sido siempre: una medida de gracia, olvido y reconciliación destinada a facilitar una refundación integral del sistema político que rige en una sociedad. Borrón y cuenta nueva que desautoriza y deslegitima un oscuro pasado dictatorial para inaugurar el mundo luminoso de un mañana democrático "de verdad". Se reniega del ayer y se refunda el futuro. ¡Pero las cartas mandan, pareja!

¿Todos los que han votado incómodos al PSOE o a Sumar son conscientes "de verdad" de lo que eso significa? ¿Se dan cuenta de que se asimila una conquista ejemplar de la democracia, -esa que nos ha permitido convivir en paz y desarrollo hasta hoy-, con un régimen del 78 pretendidamente fallido e injusto? ¿Y para dirigirnos adonde? ¿A un hipotético mundo feliz del que nadie ha detallado nada salvo en forma de ensalmos utópicos? La otra pareja: ¡Espera, espera, que yo llevo pares y juego con tres reyes! ¡Pasamos a pares; sacaros un amarraco!

Si la Constitución de 1978 fundamentó un régimen tiznado, -por provenir de ideologías rancias y pactistas que ahora toca erradicar-, ¿qué lo va a sustituir viniendo de una mano de progresistas intransigentes -dos pitos, uno de copas y otro de oros-, nacionalistas supremacistas -el caballo de bastos- y aduladores empecinados de exterroristas -el caballo de espadas-? Más allá de los envites, ¿qué nos dicen los hechos? El órdago lo veremos en la mano de juego, que además la grande la llevamos ganada. Ursula, Charles, ¡al loro!

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