Cuando toda la opinión pública mundial está atenta a las operaciones de las IDF contra Hamás, falta reflexión sobre la situación de Gaza una vez finalizadas las operaciones militares.
Y esto viene al caso porque ahora hace 50 años de la guerra de Yom Kippur, donde el Estado de Israel debió realizar un elevado esfuerzo para superar a sus enemigos por las condiciones que la administración Nixon le había impuesto de no iniciar las hostilidades. Se consideró un fracaso de las IDF que no había estado a la altura de anticiparse a sus enemigos. Sin embargo, esta No victoria total sobre sus enemigos permitió una victoria total en la paz con un acuerdo de paz con Egipto cinco años más tarde.
En la actual situación, se debe reflexionar como debería evolucionar las actuaciones de ambas partes, israelís y palestinas, para llegar a un acuerdo de paz duradero.
Israel es la única verdadera democracia de Oriente Medio y tendrá gobiernos de distintas orientaciones ideológicas, ahora es un gobierno de orientación derechista judaica, que seguramente lo ocurrido el 7 de octubre le pasará factura en intención de voto. Independientemente del color político del gobierno en Israel, cualquier gobierno estará dispuesto a conseguir un acuerdo de paz duradero con los palestinos porque tener un gasto en Defensa del orden del 5 % del PIB (recordemos que la OTAN recomienda un 2 %) supone un lastre muy pesado para la economía interna.
Por parte Palestina, sus gobiernos han estado dirigidos por organizaciones subversivas (en este momento, Fatah en Cisjordania y Hamás en Gaza que además están enfrentadas) que no parece que tengan otro proyecto para la sociedad palestina que mantener el enfrentamiento con Israel, al que hacen culpable de todos los males que sufre la población palestina, manteniendo una economía de supervivencia soportada en las ayudas internacionales. Mientras la Autoridad Nacional Palestina esté en manos de organizaciones con orientación subversiva parece muy difícil la posibilidad de llegar a acuerdos duraderos con ningún gobierno de Israel por la falta de un proyecto socioeconómico para la sociedad palestina.
En este momento, para la sociedad palestina solo se ven dos alternativas reales, o mantenerse gobernados por organizaciones subversivas con un elevado nivel de violencia mutua con Israel, u orientarse hacía una forma de Estado Libre Asociado con Israel. Simplificando la idea, Palestina debe elegir entre el modelo de Cuba o de Costa Rica en sus relaciones con EEUU, para sus propias relaciones con Israel.
Israel, EEUU y UE deberían encontrar y apoyar a dirigentes palestinos que quieran establecer unas relaciones Israel-Palestina siguiendo el modelo Costa Rica. Por supuesto, un cambio de modelo de relaciones de este tipo requiere tiempo y esfuerzo económico para pacificar los modelos de odio actualmente existentes pero las actuales circunstancias pueden ser el nicho de oportunidad para invertir en la paz, que nunca es un mal negocio.