Ir a contracorriente, no alinearse con la opinión mayoritaria, argumentar,  promover el debate, discutir desde el respeto al otro, mantener perfil propio, considerar la diferencia como necesaria en el conjunto, pensar por si mismo hasta alcanzar un pensamiento personal y particular, sin dejarse arrastrar a las mareas mayoritarias en formas de hacer surgidas de modas o simplemente por ser más, aún solo en número.

Razonar, elegir, optar, ser consciente de lo que supone un no, y también un sí, apencando y viviendo con aceptación las secuelas de cualquier toma de postura. Atreverse, no callarse, participar, superar los límites impuestos por la corriente dominante, buscar la diversidad de ideas, la pluralidad de voces, rebasando normas monolíticas. El disidente, en realidad, no es incómodo, ni peligroso, sino esencial en sociedades democráticas y avanzadas.

Lo peligroso es lo acomodaticio, no se trata de estar en contra de todo, sino en cuestionar lo establecido. El disidente, por naturaleza, es critico y también visionario, contribuyendo, desde su creatividad y valentía, a la evolución y mejora de la sociedad, actuando en todos los ámbitos, ya que su esencia no se limitará a un solo campo, sino que atravesará todos los espacios, desde los más íntimos y particulares, a los generales, sociales, políticos y, por supuesto, también profesionales y laborales.

En un mundo donde la anuencia y la uniformidad son valoradas en exceso, el disidente representa la fuerza del pensamiento crítico y la resistencia ante la injusticia.

El disidente es un perfil a proteger en nuestra sociedad, que no debería ser reprimido, ni marginado, sino escuchado en sus argumentos, con mente abierta y desde el respeto. La diversidad de opiniones enriquece cualquier debate, ayudando a avanzar hacia una sociedad más plena, capaz de dar respuestas a todas las aristas de su complejidad.

La loa al disidente es necesaria y oportuna, más en estos tiempos en los que serlo parece cercano a lo peligroso, no se trata de tener que ser un valiente, sino de ser capaz de sentir y expresarse como diferente. Mi admiración y respeto por todos aquellos quienes son capaces de expresar su propio punto de vista, aún, a contracorriente.

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