En el pasado se ha hablado muchas veces de la crisis del mundo occidental debido al surgimiento de grandes amenazas como la que supusieron tanto la Primera como la Segunda Guerras Mundiales. Con la caída del Muro y la consolidación de la OTAN, como alianza militar dispuesta para defenderse de futuras amenazas, parecía haber pasado la crisis y se proclamaba el triunfo final de Occidente con el llamado Fin de la Historia de Fukuyama. Podrían aparecer nuevas amenazas terroristas de los nacionalismos irredentos o las económicas, representadas por el gran mercado chino, etc., pero nada realmente preocupante.

Pero, de pronto, ha aparecido una potente ideología del relativismo cultural que amenaza, no ya con criticar aspectos de Occidente, como se hacía antes, sino con poner en cuestión la propia cultura civilizatoria del propio Occidente, tal como pretende la llamada cultura woke, una ideología tan fanática que amenaza con acabar con el más elemental sentido crítico filosófico que ha caracterizado a la civilización occidental como fruto de luchas seculares contra el fanatismo religioso y los absolutismos políticos.

Sobre ello se pueden buscar muchas explicaciones psicológicas, sociológicas, políticas, etc. Por nuestra parte nos remitiremos a la explicación filosófica que, ya en la crisis que amenazó a Europa en los años 30 del pasado siglo, dio el filósofo Edmund Husserl en una famosa conferencia en Praga, que ha sido traducida con el título “La crisis de la humanidad europea y la filosofía” (E. Husserl, La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental, Ed, Crítica, Barcelona, 1991, pp. 323-358).

En ella señala una importante característica constitutiva de la denominada civilización europea occidental, que tiene su origen ya en la civilización greco-romana de la que es heredera, y que consiste en que, a diferencia de las civilizaciones anteriores, aparece en Grecia la Geometría como ciencia estricta, derivada de la mera técnica de la agrimensura egipcia. Ello supone el descubrimiento de leyes necesarias y de alcance universal, basadas en principios ciertos y no en meras reglas convencionales.

Con ello se provocó la aparición de una reflexión filosófica, con Sócrates, que busca trasladar dicha universalidad a la elaboración de definiciones y conceptos dotados de la misma objetividad y universalidad racional en el establecimiento de principios y leyes morales que trasciendan el mero relativismo cultural en los conocimientos y costumbres que caracterizaba a las anteriores civilizaciones precientíficas. Estas antiguas civilizaciones, chinas, indias, etc., tenían grandes conocimientos y refinados avances culturales, pero solo en los griegos se produce, según Husserl, una mutación trascendental que cambiará el mundo y el curso de su historia: la actitud teorética que produjo la ciencia y la filosofía con pretensión de conocimiento universal y de alcance ilimitado, infinito, cosmológico, capaz de envolver a las civilizaciones anteriores.

Dicha actitud filosófica descansa, según Husserl, en la duda metódica iniciada por Sócrates, continuada por la duda cartesiana o la epojé de la conciencia natural, del propio Husserl. Pero con la extensión de los métodos y conocimientos científicos en la modernidad europea a la entera realidad, desde el mundo físico hasta el psicológico o el histórico, se ha producido una crisis en esta misma novedosa actitud teorética heredada de los griegos.

Como dice el propio Husserl, la crisis occidental europea hunde sus raíces en un racionalismo que se ha extraviado, por su tendencia a la unilateralidad, al pensamiento único. Sobre todo, el Positivismo habría recaído en la ingenuidad del objetivismo, propio de la conciencia natural. Kant había evitado este objetivismo con su punto de vista crítico antrópico sobre el mundo. Pero el positivismo científico hoy tan extendido vuelve al ingenuo empirismo prekantiano de los hechos puros. Sin embargo, este positivismo ha fracasado al aplicarlo a las ciencias psicológicas y culturales.

Por ello se necesita volver a tener en cuenta lo dicho por Husserl para interpretar de modo más profundo la subjetividad cultural, poniendo en duda lo sostenido hasta ahora y rescatando un análisis trascendental de dicha subjetividad para combatir la cultura woke. Un análisis de la subjetividad psicológica y cultural entendida de modo corpóreo-operatorio, tal como se empezó a hacer en la psicología evolutiva de Jean Piaget o en la más reciente reflexión operatiológica sobre las ciencias de Gustavo Bueno.

En ambos casos se entiende la subjetividad psicológica y cultural, no ya desde el discutible yo woke, sino desde complicadas estructuras y cursos operatorios que nos permiten comprender y manejarnos con éxito en la realidad por medio de las actividades científicas y tecnologías propias de la civilización occidental.

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