Opinión

Fango ideológico

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, a su llegada a un acto en la sede del CSIC.

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, a su llegada a un acto en la sede del CSIC.

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"Todo poder emana de la soberanía nacional, es decir, del Congreso de los Diputados", sentenció en entrevista oficial el presidente del Gobierno en TVE1. De ello se sigue que quien domina políticamente ese Congreso gozaría, supuestamente, de toda la legitimación popular necesaria para hacer y deshacer a su antojo.

Ejemplos inmediatos: reformar el CGPJ unilateralmente para corregir a un Poder Judicial acusado de practicar el lawfare, o limitar el ejercicio de libre expresión de la prensa para suprimir lo definido como bulos. Al fin y al cabo el Congreso lo puede todo porque tiene todo el poder. Quien dirige el Congreso desde el Gobierno manda, y punto.

Ahora bien, ¿esto es así? Rotundamente no. Con esta frase el Sr. Sánchez actúa fuera de la Constitución y de la democracia representativa, y lo sabe. "La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan todos los poderes del Estado" (Art. 2, CE 1978). A saber, el poder no reside sólo en el Congreso -sí en el Congreso y en el Senado, que forman las Cortes-, ni en ningún líder de ningún partido, mayoritario o no. Mucho menos aún en el presidente del Gobierno, que tiene delegada una fracción ínfima del poder, la de gestión.

De hecho, y por derecho los tres poderes del Estado emanan de nuestra soberanía, la de todos los ciudadanos y no sólo de quienes voten a Mengano o Zutano. Y son tres, no uno, precisamente para equilibrar su ejercicio en nuestro nombre; para que ninguno de los tres, -Ejecutivo, Legislativo o Judicial-, pueda actuar de forma irrestricta tal como lo declara el presidente.

De igual manera que la Fiscalía no depende del Gobierno, el poder no emana del Congreso. Es una tergiversación conscientemente engañosa, falsa de raíz y reveladoramente delatora de una convicción ilimitada del ejercicio del poder que anida en el actual presidente del Gobierno. Es puro fango ideológico.

Que nadie se llame a engaño: piensa y actúa fuera de toda legalidad. Y lo dice. El Estado no es él, somos nosotros -todos-, representados en nuestras Instituciones -todas-.