Sanidad pública y justicia social

El presidente argentino, Javier Milei, este viernes a su llegada al Casino de Madrid, donde recogió el premio del Instituto Juan de Mariana. Efe

Llegó el león Milei y se alborotaron los corderos. Los corderos sumisos al poder establecido, esa socialdemocracia con visos de chavismo que ahora nos gobierna y lleva 50 años conquistando nuestras mentes.

Decir que la justicia social es un monstruo ha retumbado en las cabezas de la izquierda declarada y los abducidos por su superioridad moral, como si de una bomba se tratara.

Hablemos en plata de la plata que no hay en Argentina y aquí escasea. Cuando se desarrolló la Sanidad pública en España durante el franquismo permitió llegar a los máximos niveles de atención sanitaria en ese momento, en un país que empezaba a resurgir económicamente después del mayor desastre de su historia.

Con la democracia, se siguió reforzando esa estructura sanitaria y, sin duda, es uno de los mayores logros del estado español, por suerte en esto se siguió construyendo sobre los sólidos cimientos previos. Tan sólida era la estructura que, a pesar del ninguneo durante décadas y el zarandeo actual de los políticos, mantiene su esencia: el máximo nivel científico con cobertura de atención total a toda la población.

Se puede entender como el máximo exponente de la justicia social en nuestro país y, por ello, referencia de las más furibundas diatribas cuando Milei ha llamado monstruo a la justicia social. Todo muy lógico si uno desconoce que nuestra Sanidad sufrió un riesgo máximo de destrucción con la crisis de la época de Felipe González y sufre de nuevo hoy uno de sus peores momentos.

Ambas crisis favorecidas por esa justicia social campanuda que arrastra el socialismo y los que sin serlo ven en ella una buena fuente de ingresos para perpetuarse en el poder. Esa justicia social que coloca a los colectivos por encima de los individuos que lo forman, que desviste a unos santos para vestir a otros y que, a base de gasto público, acaba creando necesidades donde no las había, y reclamando impuestos para pagar lo que el ciudadano se podría pagar si no pagará tantos impuestos y para pagar unas nóminas que,podrían ser menores, si esos empleados públicos no tuvieran que pagar tantos impuestos pero que, todo ello, es bienvenido porque permite aumentar la masa de corderos ciegos.

En el momento actual los problemas de la Sanidad pública y privada son muchos, aquí y en todo el mundo, pero ese monstruo del que habla Milei es, sin duda, un factor básico en la degradación de nuestra Sanidad pública, no solo por ser la excusa perfecta para reclamar impuestos sin fin, también, por estar detrás de la hiperdemanda sanitaria que colapsa urgencias y consultas, con la sobrecarga que mina el ánimo del personal sanitario y favorece los conflictos entre profesionales. También fue el monstruo, aún pequeñito, allá por los 80, el que llevó a la creación de los organigramas de hospitales con Dirección de Enfermería en paralelo a la Dirección Médica para evidenciar esa "necesaria igualdad", y es fuente conflictos y, cuando menos, de ineficiencia.

No necesitamos más impuestos para mejorar la Sanidad pública, necesitamos, aquí sí, sacar el franquismo de nuestra gestión sanitaria, darle una vuelta de calcetín en muchos conceptos, empezando por un Ministerio que recupere competencias y entienda que debe velar por la Sanidad de todos y en todas sus formas de gestión, pública y privada. Necesitamos que la justicia social no meta sus manos en ella, al menos, antes de limpiárselas. Sí, hoy, la justicia social, es un monstruo, necesitamos al menos ponerle el cascabel que nos permita reconocerlo y evitar sus acciones más dañinas.