¿Cómo sería una relación donde nada está claro y todo es ambiguo?
Recientemente se ha puesto de moda el concepto de los "casi algo" a la hora de hablar de las relaciones amorosas, un término utilizado para referirnos a aquellas relaciones donde lo predominante es la ambigüedad, es decir, un vínculo que no puede ser definido como ninguno de los vínculos hasta ahora descritos dentro de las relaciones humanas. No es un pareja, porque carece de ciertas características que tienen las parejas (con frecuencia, el compromiso) pero no es una amistad porque presenta características que no se suelen adscribir a este tipo de vínculos:
-Atracción de tipo romántico o sexual: no presente, en general, en las amistades
-Ambigüedad: normalmente en las amistades todos los miembros tienen las mismas expectativas de lo que se puede esperar en la relación
-Expectativa de exclusividad: en las relaciones de amistad no existe mientras que en los "casi algo" es algo a lo que se aspira.
En la era digital y en una sociedad en la que prima el beneficio a corto plazo en detrimento del esfuerzo y los cuidados este tipo de relaciones cobran sentido. Existen numerosos factores que facilitan que el tipo de relaciones que desarrollamos se puedan ajustar a la descripción realizada antes.
En primer lugar, el acceso ilimitado a posibles parejas. Las app de citas y las redes sociales facilitan que se esté en un constante contacto con personas diferentes y que se encuentran disponibles en caso de que queramos iniciar una relación de algún tipo. Aunque, a priori, esto podría parecer un avance, si el objetivo es establecer relaciones duraderas, íntimas, esta mayor disponibilidad puede ser un obstáculo.
Por otro lado, el miedo al compromiso que presentan muchas personas tiende a favorecer relaciones en las que éste ni se espera ni es explicitado por ninguno de sus miembros. Ante un tipo de relación no "formal" queda muy poco espacio para la petición de ciertos cuidados o compromisos. En una sociedad de la hiperexigencia como la que vivimos el miedo a fallar se hace más visible que nunca y esto, que tradicionalmente se había percibido más en otros contextos, se traslada a las relaciones de pareja donde lo que empieza a pesar a la hora de decidir mantener una relación formal de pareja es el miedo al fracaso, a que salga mal y, como consecuencia, el malestar o sufrimiento.
En ocasiones, en terapia, la gente verbaliza frases del tipo "yo me arriesgaría pero si sale mal me va a pesar mucho esta relación". Hemos pasado de comprender y naturalizar que una relación pueda acabarse a tenerle miedo a ese fin y exigirnos tener una relación perfecta.
El impacto psicológico de este tipo de relaciones etiquetadas como "casi algo" puede ser muy variado pero suele presentar una serie de características. Es frecuente que se perciba cierta inseguridad en la relación por uno de los miembros o ambos. Al no existir esa claridad en la finalidad y objetivo de la relación no se tiene un contexto de base sobre qué se puede esperar de la misma. Esta ambigüedad dispara la hipervigilancia y la comprobación constante de qué tipo de relación se tiene y qué está pasando en ella.
La normalización de la falta de compromiso en las relaciones va a implicar, necesariamente, que al establecer un vínculo de tipo amoroso las personas tengan que cuestionarse qué quieren al establecer esa relación (¿qué se quiere? ¿a qué se aspira?) y que, en ocasiones, se van a deteriorar los vínculos a largo plazo porque el objetivo que se establece es a corto plazo, es decir, buscando un placer inmediato.
Para concluir, aunque las relaciones amorosas han sido formas de relacionarse desde el origen de la humanidad parece que en la actualidad éstas están cambiando. Ahora los vínculos amorosos relegan a un segundo plano aspecto tradicionalmente ligados a este tipo de relaciones, como el compromiso, para dar paso a otros elementos como la inmediatez o la disponibilidad.