Parabolanos 2.0

Manifestantes contra la crisis climática el viernes 27 de septiembre en Madrid. Silvia P. Cabeza El Español

Los romanos eran politeístas, adoraban a Júpiter, Neptuno o Apolo. Pero en el siglo IV d.C. la nueva religión del cristianismo empezó a imponerse. Los cristianos adoraban a un solo dios y consideraban paganos a los que no profesaban su fe.

Y la transición entre estas dos religiones no fue en absoluto pacífica. Se derribaron templos, se decapitaron estatuas, se ejecutó a disidentes y se quemaron libros (se calcula que el 90% de las obras de los filósofos, científicos y pensadores clásicos fueron destruidas).

La punta de lanza de la nueva religión era los parabolanos, un ejército de fanáticos, al servicio de los obispos, que se dedicaban a toda clase de tropelías contra los que no profesaban la "fe verdadera".

Pues bien, diecisiete siglos después, vivimos el mismo fenómeno. Mientras que el cristianismo ahora está en declive en Occidente, la nueva religión woke se está imponiendo a pasos agigantados.

Ya no somos cristianos, sino que la nueva religión woke ha impuesto a nuevos dioses a los que adorar: el feminismo, el lgtb-ismo, el cambio climático, la igualdad, la transexualidad, el indigenismo, el animalismo, etc.

Y la nueva religión es militante, requiere adhesión incondicional a la "fe verdadera". No hay tolerancia ni respeto con el que profesa otras creencias. Hay ciertos temas de los que es peligroso hablar en público.

E igual que hace diecisiete siglos, un ejército de fanáticos (parabolanos 2.0), al servicio de los obispos de la nueva religión (todos los políticos progresistas), se dedican a derribar estatuas, a perseguir a disidentes mediante escraches, a cambiar los nombres de las calles, a falsear la historia, a imponer toda clase de leyes contra la libertad individual, e incluso hemos visto lapidar a manifestantes que no profesan la nueva religión.

Da igual lo que prediquen los obispos woke, o las barbaridades que hagan los parabolanos 2.0, que los fieles de la nueva religión los siguen apoyando incondicionalmente en las calles, en las urnas y en el ágora 2.0 (las redes sociales).

Cuando un no creyente expone un argumento sobre cualquier asunto, no se rebate con otro argumento, sino que el discrepante es acusado de no profesar la nueva religión. La fe ha sustituido a la razón.

Hace diecisiete siglos los parabolanos también impusieron la fe sobre la razón, y la aniquilación del mundo clásico trajo mil años de barbarie, incultura y decadencia. Me temo que estamos repitiendo la historia.