Tras la victoria del Partido por la Libertad (FPO) en las últimas elecciones en Austria, y los resultados obtenidos en las elecciones regionales en Alemania con el ascenso de Alternativa por Alemania, (AfD) en Turingia, Sajonia y Brandenburgo, y el peso que las nuevas formaciones radicales tienen en el Parlamento Europeo, se ha puesto a poner el grito en el cielo alertando los peligros que el ascenso de los partidos extremistas tiene para el proyecto europeo.

Poco se reflexiona sobre las causas que producen este tipo de resultados, que en los últimos años se producen no sólo en los países de habla germana, sino también en Francia (Reagrupamiento Nacional), Italia (Coalición de Centro Derecha), y España (Vox y Alvise), en Finlandia (Partido de los Finlandeses), Dinamarca (Nueva Derecha y Partido Popular Danés), y Suecia (Demócratas de Suecia), por citar algunos casos.

La columna vertebral que une el discurso de la mayoría de estos partidos se centra en la inmigración que hoy, considerado el fracaso de la ordenación de los flujos, es motivo de preocupación general en el espacio europeo.

Y en la gestión de este fracaso tienen responsabilidad compartida los dos partidos mayoritarios en el Parlamento Europeo, es decir, el Partido Popular Europeo y los Socialdemócratas y sus adláteres, que traicionan el sentir de sus representados, lo cual también alude al agotamiento del sistema representativo, y a la sustitución de la democracia por una partitocracia.

Pero volvamos a las razones. El desembarco descontrolado de los solicitantes de asilo, citemos datos de la Comisión Europea, se cifra, sólo de enero a septiembre de 2023, en 281.872 personas. Los países de donde procedían eran: Sirios (27,8%), Guineanos (5,6%), Senegaleses, (5,2%), Afganos (5,2%), Tunecinos (4,7), Costa de Marfil (4,7%), Marroquíes, (4,2%), Bangladesh (4%), Egipcios (3,3%), de Mali (3,2%), Turcos (3,1%), Paquistaníes (2,8%), y de Gambia (2,6%) y otros, no especificados, (23,85%).

En lo que se refiere a refugiados, en 2022 se solicitaron en la UE 958.800 peticiones de asilo, lo que suponía un incremento de 52% en relación al año 2021. Y en ese mismo año se adoptaron decisiones 632.400, de las cuales el 49% eran positivas.

Las quince principales nacionalidades que solicitaron asilo en 2022 fueron, por número de solicitantes: Siria, Afganistán Turquía, Venezuela, Colombia, Bangladesh, Pakistán Marruecos, Egipto, Perú, Iraq, Georgia, Guinea, Costa de Marfil y Rusia.

Los países donde más solicitudes se cursaron fueron Alemania (217. 700), Francia (137. 500, España (116 .100, Austria (109.800) e Italia (77. 200). En noviembre de 2023 había 1.144.065 solicitudes de asilo en la U.E. pendientes de resolución En 2022 recibieron la orden de retornar a su país 431.200 personas no pertenecientes a la Unión Europea, de las cuales sólo 73 600 fueron devueltos.

Si esto le añadimos el miedo y la desconfianza que generan, tanto la procedencia de los refugiados, mayoritariamente de países islámicos, y el comportamiento terrorista que, como gota malaya tienen algunos de los fieles de esta religión (se puede decir que no hay semana en que no se produzca algún ataque con cuchillo, con heridos y/o muertos, a ciudadanos, aleatoriamente escogidos, en cualquiera de los países europeos), entenderemos por qué se suscita el miedo entre la población, y cómo este afecta a su modo tradicional de vida, que se ve obligada a asumir mayores niveles de riesgo.

El Informe de Situación y Tendencias del Terrorismo en la Unión Europea 2021 de Europol nos muestra que Europa tuvo en 1918 (69), 1919 (55) y 1920 (57) ataques terroristas, y que los ataques yihadistas se han llevado a cabo por actores solitarios y métodos poco sofisticados.

Si a esto le añadimos la progresiva conciencia sobre las guerras (tanto la de Ucrania, que afecta a su territorio, como la de Oriente Medio), la incertidumbre económica y la pérdida de poder adquisitivo de las clases medias y populares, junto al deterioro de su seguridad y bienestar (se demandan mayores efectivos policiales en muchos países, entre ellos España, sin que se satisfagan estas peticiones), mientras que en Francia patrulla ya el ejército.

Ya podemos empezar a entender por qué, en un momento determinado de la historia, ante la incapacidad de los gobiernos de dar respuestas efectivas a las preocupaciones y miedos latentes de los ciudadanos, hartos estos de no ver atendidas sus peticiones, giran y apoyan a los voceros que les prometen soluciones simples a problemas complejos, pero que hablan de los que les atañe, cosa que no hacen aquellos en los que confiaron hasta ahora.

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