Me resulta espectacular lo que está sucediendo con algunos intentos fallidos de seres humanos. Lo de estos días es de otro nivel. Y no estoy hablando de los lanzamientos de barro a los Reyes o los politicuchos, no.

Estoy hablando de la gente de a pie, no de toda, sino de aquella que vive extremadamente frustrada y que por algún motivo deciden convertirse en seres despreciables.

Partamos de la base de que la reacción a la catástrofe de Valencia no debería entender de colores políticos. Esa, debería ser la base, pero como esto es España no es así. Más pronto que tarde han empezado a sacar a pasear los dedos señaladores, los recuerdos del pasado y los "y si" de turno de aquellos que a toro pasado son capaces de resolver cualquier situación.

El problema reside en aquellos a los que, creo, les corrompe la envidia por no poder ser solidarios. Llevan un año machacándonos el conflicto en Palestina y ahora, como Valencia les "pilla" lejos y no pueden ir, ahora nos machacan con que quienes están ayudando a salvar los muebles y las vidas son de ultraderecha, reproducciones de Hitler o Franco. Eso sí, todo por redes sociales, que es su terreno natural, su escondrijo a simple vista.

Entre manifestaciones por lo que no toca ahora, comentarios de que en otros lugares se pasa peor, descrédito a gente que está ayudando por ser de según qué partido o no serlo, estamos servidos.

Como ya he dicho, esto debe ser envidia, digo yo. Otra cosa no me entra en la cabeza. ¿Rabia?, ¿odio?, demasiado fuerte ¿no? Cómo iban a sentir rabia por nuestros hermanos falleros que tan mal lo están pasando, si son los adalides de la solidaridad y el amor.

Los valencianos, que se mueran, porque les ayuda Roro que es nazi. Yo mejor comparto una historia en Instagram poniendo que dones para un refugio de perros cojos -nada en contra de los perros cojos-, para los seres humanos una mierda pinchada en un palo y más después de tirarle barro a mi Pedro, malditos fascistas.

¿No te das cuenta de que apoyarlos es darle voz a la ultraderecha? ¿No te das cuenta de que en Palestina los homosexuales lo tienen muy mal?

De lo que me doy cuenta es de que por culpa de unos cuantos y unas cuantas, cada día pierdo más la fe en la juventud a la que yo mismo pertenezco.

Luego, enciendo la tele, miro por redes la otra parte. Veo a aquellos que están yendo para las zonas desoladas o desde sus hogares haciendo lo que toca y se me pasa un poco.

Si algo ha demostrado esta situación, es que el pueblo español está para ayudarse. Que ese rasgo de solidaridad, de hermandad entre españoles no es solo un mito. Que no se limita a cuando emigramos y nos encontramos con un compatriota, no.

Aquí, en nuestra casa, también pasa. Durante mucho tiempo, los políticos nos han intentado convencer de lo contrario para asegurarse los astronómicos sueldos que roban. Pero, por lo que veo solo lo han conseguido con unos cuantos descerebrados que confunden el ser español con ser fascista. Que confunden el ayudar con hacer publicidad.

Ojalá no fuesen solo los de Vox y las SS los que van a ayudar, ojalá les morades también se bajasen al barro. Pero como no es así, tocará aguantarse. Con lo fácil que lo tienen para limpiar con esos pañuelos tan feos que llevan siempre atados al cuello.

Te llames Roro, Isabel, Xokas, Amancio, Florentino, Juan, María o Tinky Winky, si estás aportando algo al pueblo valenciano, aunque sea tus pensamientos de sincera preocupación, tienes mis respetos; y supongo que el del resto de españoles que nos seguimos considerando eso, españoles. No nos vais a arrebatar lo que volvió a surgir este verano, la hermandad.

Estáis muy fastidiados, amigos, y se os nota. Que una parte importante de la juventud y de la sociedad en general haya despertado no os ha sentado bien. Se siente, haberlo pensado mejor antes de intoxicar España.

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