Iker Jiménez, presentador de 'Cuarto Milenio'
Acabo de recibir la llamada por teléfono de un amigo, en una ciudad de una provincia cualquiera de España.
Nos hemos intercambiado las felicitaciones de rigor, y hemos liado un poco la hebra hablando de algunas cosas que vemos alrededor.
Creo que, como buenos españoles, iba a decir que hemos arreglado el mundo.
Pero en realidad, somos más modestos, lo reconozco, y lo hemos desarreglado un poco más. Total, ya nos están ayudando por muchos sitios.
Comentamos que a un amigo le han encargado un pequeño monumento, en una plaza: le pide el Ayuntamiento un ¿estudio geológico? para la base del mismo, de no más de 3 m2 y 40 cm de profundidad... Perdón, quería decir: le piden 12.000€ por permitirle ponerlo en la misma.
Ya puestos, con eso de que "¡qué cara está la vivienda!", resulta que a unos conocidos que han comprado una pequeña casa a derribar en una zona cerca del centro, del Ayuntamiento les ha llegado, tras una pequeña espera de más de 10 meses con la obra parada, una ¿certificación sobre restos arqueológicos? en el solar... Perdón, quería decir: les han pedido 40.000€ por el trámite, totalmente inesperado, y no saben si tendrán que parar la obra.
Casos concretos. Parece que si se generaliza, no se cree.
Generalicemos, pues: hace unos 20 años, el esfuerzo medio para comprar una casa era de tres años de sueldo; hoy, de ocho años. Y si se encuentran.
Con tanto querer que seamos felices, parece que los únicos felices son los políticos y el sistema brutalmente ineficiente que han puesto en marcha. Ni nos hará falta llegar al año 2030...
Jamás se escuchará a un político eso de "no eres tú, soy yo". Como decía Groucho, han convertido las posibilidades de mejora de la ciudadanía en un continuo crear problemas para no saber resolverlos... ni querer.
Perdón, quería decir: han convertido el sistema en parasitario, y muchos políticos son simples parásitos, también.
El regusto socialmente amargo en el que se mueve este país desde hace ya tiempo... mala época.
No todo está perdido: técnicamente, Navidad y Reyes es tiempo de esperanza. Hasta el día 7, en el que podremos expulsar de casa a los cuñados. Mi petición de Reyes: que se pueda, también, hacer lo mismo con los políticos.
Por no hablar de la Dana, que es más de lo mismo.
Aquí, no generalizo, sino que alabaré el gran ejemplo que personas como Iker Jiménez y Ángel Gaitán están haciendo junto al equipo de colaboradores y gente anónima que los acompaña: gracias, chicos, pese a los bulos que intentan impedirlo.
En estas sonadas fechas, mi deseo: "Paz a los hombres de buena voluntad ". Eso sí, estrictamente.