No deja de resultar curioso cómo el autismo de un hijo se asocia directamente con una condición especial en los padres. Pensando en este 19 de marzo hicimos una búsqueda rápida en Google relacionando los términos "autismo" y "paternidad" por aquello de contextualizar, de saber qué se había escrito sobre el tema y para buscar ideas para un nuevo día del padre, que ya llevamos cinco y escribir sobre fechas clave y buscando un enfoque original empieza a complicarse. Lo sorprendente -aquí viene el clickbait- fue lo que pasó después...
Esa búsqueda generó más de 370.000 resultados en Google en apenas 0,31 segundos. Obviamente el asunto interesa, pero ni mucho menos de la manera en que podíamos pensar. "Manual para padres de niños autistas", "Autismo, una guía para padres", "Orientaciones para padres de niños con autismo"... Y así un largo etcétera.
De repente, Google se había convertido en la biblioteca de Alejandría, albergaba todo el saber de la Humanidad y, por fin, habíamos encontrado la guía definitiva de la paternidad, el santo grial que nos solucionaría todos los problemas, acabaría con los berrinches de nuestro hijo y conseguiría que se comiese hasta las verduras sin protestar.
Vamos, exactamente lo que todos los padres buscan para sus hijos. Tengan autismo o no.
Por desgracia, y como cualquier padre sabe, no hay ninguna guía sobre cómo educar a nuestros hijos. Y da igual si tienen TEA o son neurotípicos. Esto no es un sprint, es una carrera de fondo donde el conocimiento del niño y de uno mismo son fundamentales, aunque no se consiguen plenamente hasta que no pasan los años, hasta que no hemos aprendido los unos de los otros.
Vamos, exactamente lo que les sucede a todos los padres. Tengan sus hijos autismo o no.
Así que, puestos a desmontar mitos, que de eso trata este blog al fin y al cabo, acabemos con aquel que por un lado estigmatiza a los padres de niños con TEA como víctimas que nada pueden hacer contra el cruel destino pero también con aquel otro que los eleva a un altar por las dificultades especiales de sus hijos y su incapacidad de darse por vencidos.
Es verdad que tenemos nuestros problemas y que no tienen mucho que ver con los del resto, pero también es cierto que hay muchos de los dolores de cabeza de los padres de niños neurotípicos que nosotros no tendremos o tendremos de otra manera. Imaginen la adolescencia, las relaciones de pareja, los estudios, los viajes en solitario...
Obviamente, criar, cuidar, educar o enseñar a un niño con autismo es más complicado que hacerlo con uno neurotípico, pero eso no nos convierte en héroes sino simplemente en padres con unos problemas concretos (más o menos dicíles) a los que hacemos frente con la misma valentía que cualquier otro.
Feliz del día del padre a todos los que os esforzáis porque vuestros hijos, con autismo o no, consigan desarrollar el máximo de su potencial.
Síguenos también en Facebook y en Instagram.