No hace mucho que colgamos en nuestra página de Facebook la imagen de un paso de peatones en el que los líneas más cercanas a las aceras de uno y otro lado incluían cuatro pictogramas que, simplemente, avisaban a quienes los leyeran de que debían mirar a ambos lados de la calle porque por ese lugar pasan coches y puede ser peligroso.

Más allá de ser una de las publicaciones que más likes y compartidos ha conseguido, lo cierto es que mucha gente lo entiende como algo curioso. O gracioso. Como si fuera uno de esos poemas que alegran la espera a que el semáforo cambie. Lo cierto es que esos cuatro pictogramas pueden salvar vidas. Vidas de chicos con autismo, de niños con síndrome de Down o de niños completamente neurtotípicos que se paran a mirar los dibujitos y que quizás no serían conscientes del peligro si esos pictos no existieran.

Imagen de un paso de peatones en Parla (Madrid).

Sirva el ejemplo para explicar lo importantes que pueden ser las imágenes en el desarrollo de cualquier niño y, además, en su interacción con el mundo que lo rodea. En nuestro caso, de hecho, fue fundamental en los primeros compases del aprendizaje de nuestro hijo. Con ellos nos pedía agua o galletas. Con ellos le explicábamos que había que ir al baño o que era el momento de lavarse los dientes. Hoy día -ya tiene cinco años- seguimos utilizándolos para tareas u obligaciones mucho más complejas que se simplifican de forma considerable con los pictogramas.

Y como nosotros hemos tenido la casa empapelada de arriba a abajo con pictogramas de todo tipo no podemos dejar pasar la oportunidad de celebrar la maravillosa ciudad que es Pamplona gracias a ANA (Asociación Navarra de Autismo) y aprovechar su ejemplo para pedir al resto de ciudades, grandes o pequeñas, que sigan el camino que allí se ha iniciado para hacerle la vida un poquito más sencilla a quienes no siempre lo tienen fácil.

En una visita reciente descubrimos que el centro de capital de Navarra está muy cerca de lo que para nosotros sería lo ideal. Paradas de autobús, edificios oficiales y hasta panaderías. Multitud de edificios, locales comerciales y servicios públicos tenían su picto correspondiente y bien visible para que las personas con TEA puedan identificarlos rápidamente y saber si es donde se dirigen y a qué.

No han pasado ni dos meses desde que el borrador del Decreto de Construcción en el País Vasco ha incluido en su normativa determinados rediseños en los espacios dentro de una vivienda para mejorar la seguridad de las mujeres o para conseguir que hombres y mujeres compartan al 50% las tareas domésticas. Esto sólo demuestra lo sencillo que es cambiar el mundo. Y que esa misma normativa obligue a las constructoras a poner un pictograma en el ascensor o el cuarto de basuras no sería mucho más complicado que las otras medidas ya propuestas.

Por extensión, ni que decir tiene que para los gobiernos municipales, provinciales y autonómicos no sería ni un gran gasto ni una gran complicación señalizar todos los edificios oficiales y los servicios públicos con un simple pictograma. Y lo mismo podría decirse de los comercios. Todo es cuestión de voluntad. Sólo un poquito de voluntad.

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