Es bastante lamentable leer la prensa en estos días de la Cumbre del Clima en Madrid. De las decenas de periodistas que acompañaron a Greta Thunberg en su traslado de Lisboa a Madrid en tren a la bilis que tertulianos/columnistas sabelotodo que de nada saben escupen contra una niña de 16 años con Asperger como fruto de su más absoluta ignorancia, incomprensión y falta total de empatía.
Este mismo domingo he leído la lamentable columna de Carmen Lomana en La Razón. Tal lista de tópicos encadenados y frases facilonas tomadas de otros que tampoco las pensaron antes de escribirlas solo evidencian la mala baba de quienes no solo no se ponen en la piel del otro sino que no tienen la más mínima intención de hacerlo porque su realidad es la única válida.
Por supuesto que hay críticas lógicas a Greta Thunberg, el protagonismo que se le ha dado y la forma en que lo han gestionado sus padres. Claro que hay mucho que repensar en torno a ella, pero eso no debería dar pie o simplemente tolerar críticas a esta niña por sus gestos, sus tics o sus expresiones. (No, señora Lomana, no es fruto del TOC como usted dice, es algo mucho más complicado y merecedor de todo respeto y empatía).
Pero no pensemos que solo los desconocedores del mundo TEA pueden desarrollar esa mala intención. No, eso es patrimonio de todos nosotros. Así, no me extrañaba nada cuando también este mismo domingo me encontré este tuit:
Queridos padres que esperáis en las colas de las atracciones de @PORTAVENTURA_ES. vuestros cuchicheos, quejas, resoplidos, etc, por ver a mi hijo entrar antes que los vuestros, nos importan bastante poco!Os explico,lleva una pulserita verde que indica que tiene una discapacidad⬇️
— Ander'smum💙 (@Andersmum) December 8, 2019
¿De verdad es tan difícil entender que hay gente diferente, que necesita cosas diferentes y que un poco de ayuda de todos nosotros facilitaría mucho las cosas a esas personas y sus familias? Yo diría que no.