Las bicicletas y los selfies son para el verano. Cualquier excusa vale, en realidad. Instagram y Facebook han empezado a llenarse de pies, de helados, de playas, de comentarios que hablan de envidia y de títulos de foto que hablan de vacaciones. Las redes sociales están llenas de mar, de arena, de piscina. De vacaciones, de amigos, de mascotas. Y de selfies con todos juntos.
“Tres, dos, uno... ¡patata”. Sonreír es obligatorio en vacaciones, en las fotografías, en las reuniones de amigos. Sonreír al escuchar “patata”, “foto” o “selfie”. Pero no todos saben cuándo toca sonreír. O cuándo toca foto, al menos. Para ellos se cuela en la maleta Pooch Selfie. Entre bañadores, palas, chanclas y crema solar cabe Pooch Selfie como equipaje perfecto, como aliado de selfies, como uno más en una relación que nadie entiende: tú y tu mascota, tu mascota y tú.
El palo de selfie fue el rey del verano hace ya un año. Pero ahora da un paso más y los humanos no son los protagonistas. Pooch Selfie es la llamada de atención para que las mascotas no estropeen las fotos. Que miren siempre a cámara, que no haya que girar su cabeza, gritar su nombre, intentarlo cien veces. El invento es un palo de selfie convencional con una pelota incorporada que hará que la mascota no piense en nada más, no mire nada más, no quiera nada más.
El invento aterrizó en Kickstarter en septiembre de año pasado y convenció a Internet: en sólo unos días de campaña superó su meta. En los días que duró su campaña, alcanzó los 39.897 dólares, más de 1.600 patrocinadores y un proyecto que solucionaría los quebraderos de cabeza, los “mira la cámara, Toby”, “mira, Milú”, y las llamadas a gritos de mascotas que nunca responden.
Pooch Selfie piensa en humanos y mascotas. La foto perfecta tiene premio porque la pelota que incluye el aparato puede lanzarse para jugar, para valorar el posado. El aparato puede comprarse por sólo 12,99dólares en la página web de la marca. El ayudante de los 'selfies' pero también bolas de recambio o ropa que certifica que tu perro, sin duda, es el rey de los selfies.
Las bicicletas son para el verano pero los selfies no entienden de estaciones, de tiempo, o de idiomas. El lenguaje es universal: jugar, disfrutar, dejarlo guardado. La envidia, quizás, también es para el verano. Para Instagram, Facebook o la foto de WhatsApp. Arena, pies, playa, helados y “mi perro posa mejor que el tuyo”.