Hoy tengo una noticia en exclusiva: los humanos somos seres sexuados a lo largo de todo nuestro ciclo vital. Ya sé que algunos todavía no se han enterado, pero es una evidencia científica. El primer sueño erótico se da en los humedales del vientre materno y el segundo en el éxtasis lácteo del recién nacido sobre el pecho materno. Por eso la sexualidad está directamente relacionada con nuestra memoria sensorial. El sexo es, ante todo, gusto, tacto y olfato. Si tuvimos una buena experiencia con una mujer que olía a jazmín, se nos hará la boca agua al pasar cerca de una mata florida. Y si fue mala, apretaremos el paso. 

La memoria sensorial se utiliza mucho en los procesos sentimentales y creativos, ayuda a reconstruir nuestro pasado, a recordar a los seres queridos y a ponernos en guardia ante los peligros. Tiene además la virtud de la permanencia, pues configura el paisaje de nuestra biografía. Bien lo sabían los psiquiatras que se inventaron terapias de 'conversión' de homosexuales enseñándoles imágenes aterradoras, al tiempo que les suministraban potentes vomitivos para curar una 'enfermedad' que nunca fue tal.

Estos infames tratamientos hoy están prohibidos en todas las sociedades avanzadas, pero nunca se debe bajar la guardia. Ya sabemos de los derechos elementales, en este caso el derecho a practicar una sexualidad libre y consensuada, que se tarda mucho en conquistarlos y muy poco en perderlos.

Y para muestra, un botón, o más bien una pastilla. En Estados Unidos y en Canadá, unas nuevas grageas a la venta han provocado la indignación del colectivo LGTB, el aplauso de los sectores ultraconservadores, la absoluta perplejidad de los que, como yo, no somos ni de lo uno ni de lo otro y la mofa de la prensa internacional: las pastillas Gay Away, con sabor a pene para curar a homosexuales. Con sabor a pene rancio, se entiende.

Qué asco. Pido perdón a los lectores, porque hasta escribirlo me parece repugnante. En el prospecto se dice que “detiene el ansia del mal comportamiento, hasta en los más ardientes”. Y en la posología recomendada leemos: “Si la carne flaquea y, tras tomarla, todavía te gusta llamar a la puerta de atrás, aumenta la dosis hasta 4 píldoras al día”. Eso sí, añado yo, con mucha agua y tapándote la nariz. Cosa de locos. Menos mal que después de que un padre descubriera en la cartera de su hijo de 12 años una caja de Gay Away y denunciara el caso, lo han retirado de las farmacias.

Pero para quedarnos con buen sabor de boca, también tenemos una buena noticia en el campo de la memoria sensorial. ¿No sabes qué regalarle a tu amor por su cumpleaños? ¿Quieres algo personal e inolvidable? ¿Le gusta el chocolate? Una empresa inglesa ha creado unos bombones con forma de orificio anal, que resulta tan único como la huella dactilar.

Una muñeca hinchable, en el festival del sexo de Pekín. / Gtres

Así que si deseas homenajear a tu pareja con un detalle íntimo y muy vuestro, sólo tendrás que pasarte por este sofisticado taller de bombones anales, seguir las instrucciones en lo que a la postura se refiere, relajarte, y enseguida tendrás una caja de bombones lista para uso y disfrute. Sí, cosa de locos, también, pero diferente. Bonitos, bonitos, no son. Pero en cuanto al sabor, ya se sabe que un buen chocolate no tiene rival.