Antes de la Feria de Abril el panorama para Roca Rey era despejado. Los nuevos galones de figura del toreo los estrenaría definitivamente entrado mayo, en la Feria de San Isidro diseñada para su explosión definitiva: bombo sin figuras, carteles para coger todo el dinero y la corrida de Adolfo Martín como giro definitivo –convencer a los descreídos– en su prematura condición de mandón.
Desde Sevilla, sin embargo, se movió el protagonismo por la irrupción de Pablo Aguado. Puro contraste, dividió a los aficionados. Y la Puerta Grande de Ureña en Madrid lo desalojó, dejándolo vendido en el final de San Isidro, completamente expuesto. ¿Dónde está Roca Rey? El lunes de resaca después de 34 días de toros consecutivos en Las Ventas, el balance de Roca Rey es bueno pero insuficiente.
Las expectativas colocadas sobre el matador de toros peruano eran prácticamente insuperables. Ya nadie se acuerda de la faena al sexto toro de Parladé, que se daba por hecha. Quizá si le hubiera entrado la espada en la corrida de Adolfo Martín sería diferente: a Roca Rey le faltaron centímetros para, posiblemente, abrir su segunda Puerta Grande consecutiva. Una distancia muy pequeña que ha marcado la presencia en Madrid del único torero que ha puesto en un aprieto a la vieja guardia del toreo, a las figuras que acumulan décadas de poder.
El premio quedó extinguido por el fallo con la espada en una plaza que este año sí ha dado otras orejas a pesar de los pinchazos. Roca Rey ha sido el torero que ha soportado el peso de la máxima exigencia en el saldo de oportunidades que ofrecía Madrid, una plaza especialmente sensible con los toreros de segunda fila, sobre todo si pueden utilizarse para atacar al bueno. Ni siquiera Juli ha tenido esa presión encima de él. La gente ha pasado del veterano matador.
Ureña, con dos faenas para ver en vivo –no aguantan el vídeo–, lo arrolló aupado desde el duelo de quites. La emoción del matador de toros murciano venció a Roca Rey, que perdió, además, la oportunidad del sexto en una feria de sextos: Ureña apareció en último lugar después de infiltrarse una fractura de costillas. Borrado el esfuerzo de Roca con el tercer victoriano prendido de genio, al que fue capaz de aguantarle los embroques vibrantes. Ponerle la muleta delante cuando lo normal hubiera sido apartarse de las hélices. Nadie quiso darse cuenta en la plaza.
Y en Sevilla, la tarde en la que salió disparado desde el inicio, su concepto vertiginoso del toreo, cada vez más depurado, fue contrarrestado por la naturalidad y el temple de Aguado: también se puede torear así, parecía decirle, con esta calma. La portagayola y las tres largas de rodillas quedaron en nada con un simple cambio de mano del sevillano. Aguado y Ureña comparten sólo una cosa: son los toreros favoritos de las plazas en las que se dejó algo Roca Rey. Los dos le han birlado una tarde y una feria.
Y el resultado de San Isidro es insuficiente para el matador peruano porque lo mantiene en la misma posición donde empezó. ¿Qué ha cambiado la feria? Para él no mucho. Mantiene intacto el ambiente, pero no se ha quedado solo liderando el escalafón, como pretendía. Es decir, Roca Rey no se ha escapado dejando a todos atrás, que era el objetivo, sacarles un cuerpo de ventaja. Viene un verano en el que necesita seguir completando carteles con el resto de las figuras.
Madrid ha roto la baraja, cambiando los pretendientes a las primeras posiciones, no las primeras posiciones. Los carteles rematados de la última década suenan a antiguos pero no están desbancados. Ha revuelto las aguas de los aspirantes, sustituyendo a unos por otros. David de Miranda por Álvaro Lorenzo o Román por López Simón.
La conclusión del San Isidro más exitoso de los últimos años es que se puede organizar Madrid sin las figuras, quitándole poder en Las Ventas, poniendo en bandeja el cambio de régimen. Lo triste es que ya tenían bastante claro que podrían permitirse no pisar la primera plaza del mundo. Supongo que debe haber una relación entre esto y tantos toros buenos en el limbo. El gran triunfador, sin lugar a dudas, ha sido Simón Casas.
Premios Razzies San Isidro 2019:
Decepción: Ginés Marín.
Peor faena: Morenito de Aranda a Vinazo.
Peor cartel: Octavio Chacón, Pepe Moral y López Simón.
Suerte light suprema: López Simón.
Toro al limbo: Carasucia, por Cristian Escribano.
Banderillero con ego, premio Joselito al despido fulminante: Raúl Cervantes.
Ganadería menos completa: El Ventorrillo.
Torismo descafeinado: Pedraza de Yeltes.