Las Corridas Generales se anunciaron allá por mayo como una oda a la juventud con todos los jóvenes repitiendo dos tardes. Los Chopera, tan generosos, habían decidido entregar la categoría de Bilbao a la revolución. Un bastión del toreo serviría de escaparate a los nuevos, a esa furia emergente que sacudía el comienzo de temporada. Qué buenos. Ni Sorrentino armó una propaganda tan eficaz.

Todo ha quedado al descubierto ahora, este miércoles. Aquello era un pretexto no se sabe bien para qué. Los jóvenes no venían por su atractivo: los contrataron como coartada. La ausencia de Javier Jiménez en el cartel pensado como un choque entre nuevos en el hueco de Roca Rey, dejándolo en un mano a mano entre Garrido y López Simón, lo demuestra. Es, además, un acto torpísimo. Para uno que llega con ambiente... A lo mejor ese es el problema. ¿Renovación? Depende de quién.

Ni triunfar en Las Ventas sirve. Imagínense cómo estarán los que empiezan. Que guarde Javier Jiménez bien la foto de la Puerta Grande en Madrid porque será lo único tangible que le quede de aquel día. Qué vergüenza.